¿Es posible ser santo hoy?… preguntó repentinamente uno del grupo….al culminar un partido de “piki voley”. La respuesta no se hizo esperar: ¡nde tavy! ... ¡sólo Dios es santo, nadie más! … según mi abuela… dijo uno de ellos.
No pocos dicen que, la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos. Pero, la invitación sigue vigente y es para todos: ¡Sean santos!
Todo bautizado está llamado a la santidad, que consiste en vivir como hijos de Dios, por haber sido creados a su “imagen y semejanza”. Somos hijos de Dios. ¿Olvidaste “pio” lo que dijo tu catequista? El despistado preguntó: ¿qué dijo la catequista? .....
La Biblia dice: “Sean ustedes santos, porque Yo soy santo” (1 Pedro 1:16…) Dios invita a todos a formar parte de su pueblo. El Camino es Cristo: ya que, nadie puede llegar al Padre si no es por Él”.
El aludido agregó: Nde tavy bro, nadie ko es santo… ¡quien pio no peca en este mundo! El amigo, con paciencia franciscana respondió: “Los santos no son personas que no pecan sino quienes se arrepienten, piden perdón y procuran mejorar”.
También entre los santos hay diferencias de opiniones y desacuerdos. Son hombres como nosotros, con debilidades propias de todo ser humano. La santidad crece con la capacidad de arrepentimiento y conversión, de disponibilidad, para volver a comenzar.
Entonces, todos podemos y debemos emprender este camino de santidad (Benedicto XVI). Perseverar en esta intención es mantenerse en comunión con Cristo. El quiere que todos se salven (1 Tm 2,4), pero no todos aceptan la invitación.
Por eso san Pablo nos anima: “Hermanos, busquen la paz y la santificación, sin la cual nadie verá a Dios” (Hb. 12,14) Porque, la verdadera desgracia es no ser santos. ¡Ta upéicha!
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