¿DEBILIDAD
O GRANDEZA?
Equivocarse es un defecto de todo y
cualquier mortal. Quien diga no equivocarse, o es un dios o una bestia, dice Sócrates.
Pedir perdón es gran virtud. Como también es
de sabios y fuertes, aceptar un descuido y ofensa de quien solicita perdón.
Quien pide perdón es noble y maduro.
Decir “me equivoqué y te pido perdón mirándote a los ojos”, lejos de ser cobarde,
es valiente. Por otra parte, perdonar no es olvidar: aún recordando, significa
la ofensa ya no me cusa daño o dolor. Por ello, la frase perdono, pero no olvido,
es irrelevante, si de verdad se quiere perdonar.
¿Es conveniente quedarse atado al dolor o recuerdo
dañino que mantiene abierta la herida?
Uno de los actos más recordados de Karol Wojtyla es el perdón que le concedió al
turco Mehmet Ali Agca,
quien le disparó tres balazos el 13 de mayo de 1981. El
Papa lo visitó en la cárcel. Hablaron cara a cara y en actitud casi confidencial
durante 18 minutos.
Juan Pablo II hizo también
pidió perdón públicamente en nombre de los cristianos que no fueron
suficientemente sensibles a la tragedia del holocausto o que compartieron los
sentimientos antisemitas que favorecieron el exterminio de judíos durante la II
Guerra Mundial.
Cuando todavía se cree
que pedir perdón o rectificar son síntomas de debilidad que deben ocultarse, el
Papa no solo predica la necesidad de pedir perdón por las ofensas cometidas
sino que, al hacerlo, da ejemplo de sabiduría y humildad (Gregorio Caro F.
Revista VF- 1999).
Todos podemos sentir alguna vez
cierto rencor o resentimiento hacia otra persona por algo que nos
ha hecho o así lo creemos. Tal vez se trata de alguien tan
cercano como un papa, hijo, hermano o nuestra propia pareja, y eso todavía,
curiosamente, pone las cosas más difíciles.
No es raro escuchar a personas que dicen esperar que
alguien le pida perdón. También puede que crea que eso nunca ocurrirá, manteniendo
ese dolor dañino dentro de ellas. Dicen ciertos terapeutas que el verdadero perdón nunca vendrá de fuera,
sino que ha de nacer de uno mismo.
Por ello recomiendan: Metamorfosear
y sacar provecho del dolor depende de cada uno. Es gran lucro saber que la bronca que contienes, más te daña a vos que a la persona odiada.
Guardar rencor es como sostener en la mano un pedazo de hierro candente. ¿Quién
es el que se quema?.
Recuerdo -dice Mónica Muñoz- una frase
muy utilizada por mucha gente: “Yo perdono, pero no olvido”. Decía
el Papa Pío XII: “No he escuchado una frase más anticristiana que ésta”. Y es
que es verdad, la persona que guarda rencor se desgasta pensando en su odio y
en cómo desquitarse de quien le hizo daño, en vez de olvidar las acciones que
lo hicieron sentir mal y seguir adelante.
Luego, es bueno pensar que la otra
persona puede tener razones para sentirse ofendida. Es cuestión de
analizar la situación y aplicar un poco de justicia, es decir, colocar sobre la
balanza las palabras y obras que cada quien realizó para determinar si vale la
pena enojarse tanto por ellas, o peor aún, conservarlas eternamente en el
corazón.
Perdonar a quien nos ha hecho algún mal,
humanamente es una de las cosas más difíciles, pero debemos pedirle a Jesús nos
enseñe a perdonar, así como Él, aun después de haber sido ofendido,
ridiculizado, escupido, golpeado, herido…al estar crucificado pidió a su Padre
que perdonara a sus ofensores (S. Lucas 23:34).
La Palabra de Dios nos ordena: Enójense, pero sin pecar; que el enojo no les dure hasta la puesta del sol,
pues de otra manera se daría lugar al demonio. (Efesios 4:26-27 DHH). Este versículo dice que si por
alguna razón nos enojamos con nuestro prójimo, nuestro enojo no debe durar todo
el día, y que el arreglo de nuestras diferencias debe darse el mismo día, ya
que si permitimos que el enojo se convierta en ira o rencor, caemos en
pecado.
Si dejamos que nuestro corazón se llene de
rencor u odio contra alguien, el Espíritu Santo no habita en nosotros, y no
podemos esperar que Dios nos perdone si nosotros no somos capaces de perdonar a
la o las personas que nos han ofendido. Reflexionemos: ¿Y si morimos en esta situación...?
No hay comentarios:
Publicar un comentario