sábado, 29 de julio de 2017

SER PERSONA…PRIVILEGIO Y…

                                              FUENTE DE VALOR     (I)

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Persona es un ser capaz de vivir en sociedad y que tiene sensibilidad, además de contar con inteligencia y voluntad, aspectos típicos de la humanidad. Para la psicología, una persona es alguien específico (el concepto abarca los aspectos físicos y psíquicos del sujeto que lo definen en función de su condición de singular y único).
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En derecho, persona es todo ente capaz de contraer derechos y asumir obligaciones. Personas físicas (seres humanos) y personas de existencia ideal o jurídica (agrupación de corporacionessociedadesEstado, las organizaciones sociales… (Wikipedia)

Entre otras cosas, Emmanuel Mounier dice de la persona que es un ser espiritual, no reductible a lo material, pues tenemos vocación de eternidad. Subsistente adhiriéndose a una escala de valores. Somos lo que somos porque existimos y esta existencia es humana y axiológica: adoptamos una escala de valores en libertad.

Vivimos esos valores en un compromiso personal y este compromiso es una experiencia comunitaria, es respuesta (diálogo) y responsable por el otro.

El Dr. Xosé Manuel Domínguez P., en su libro “Para ser Persona”, dice: (…) “Pero si bien mi propia persona es la gran obra de mi vida, no es ella su fin, porque la persona es constitutivamente llamada. Ella no es su argumento sino que su vida es llamada a realizar un sentido, unos valores, unas posibilidades (…)

Toda persona se percibe así misma como siendo alguien (y no una cosa o un mero individuo más). Y somos alguien en la medida en que actuamos como alguien en la realización de la obra que somos, de la llamada que somos. En este sentido somos actividad, fuerza, creatividad. Somos «energeia»: actividad.

Pero somos energía en la medida en que vamos haciendo emerger toda la riqueza que hay en nosotros o vamos haciendo fructificar toda la riqueza que vamos adquiriendo a lo largo de la vida: somos un conjunto de capacidades. Somos potencialidad.

Lo que somos cada uno, se manifiesta en una agrupación de capacidades, físicas y psíquicas. Nuestras capacidades son lingüísticas y comunicativas, destrezas manuales, intelectuales y abstractivas, capacidades de relación, capacidades afectivas (capacidad de apertura, de llegar al otro, de amabilidad, de ternura, generosidad, perdón, tolerancia).

Conocer los propios afectos, saber expresarlos, saber controlarlos, conocer los afectos ajenos, saber resolver conflictos, capacidades de acción (organizar, gestionar, estructurar, gobernar), capacidades artísticas (musicales, corporales, visuales), capacidades físicas y psicomotoras, fisiológicas, capacidades morales o de gestionar la propia vida.

Pero también somos cuerpo, un temperamento, lo que nos ha dado la educación, el entorno personal, unas personas significativas. Ante todo, somos porque hemos sido amados. Por tanto, en primer lugar, somos don. Recibimos un material en bruto.

Pero luego cada uno tiene que esculpir su propia estatua: cada uno tiene que acrecentar sus conocimientos, adquirir dominio de sí, prudencia, fortaleza, templanza, humor, amabilidad, generosidad, magnanimidad. Somos lo que queremos ser en función de lo que estamos llamados a ser y podemos ser (…)

Somos homo sapiens y homo faber pero también homo patiens: hombres sufrientes. Cargamos con la culpabilidad, con el sufrimiento y con la muerte. 

Y siendo esto nuestra limitación, también supone un reto: el reto de realizarnos en el sufrimiento, trocando el sufrimiento en tarea personal, la culpa en ocasión de crecimiento y conversión, la muerte en toma de conciencia de la fugacidad del propio tiempo, de que cada día es único, de que cada ocasión es irrepetible

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