DOCENCIA
SUPERIOR
No se necesita poseer cultivados conocimientos para advertir que la educación es tarea fundamental que el Ministerio de Educación y Ciencia tiene que echar a andar, Ya. Naturalmente, esta intención debe ser acompañada de toda la comunidad educativa.
Continuando con mi carretillada de plagueo
didáctico digo que estoy muy persuadido de que la tan cacareada educación
no es sinónimo de instrucción. Educar no es sólo hablar,
exponer; es despertar personas. Educar no es conocer nomás, es lograr mutar
hábitos. Nuestros abuelos no poseían créditos académicos…pero
fueron educados…respetuosos. ¡Serían incapaces de barbaridades que muchos
acartonados académicos cometen hoy!
Alardean sobre
la calidad educativa cuando se habla de competencias académicas de alto
voltaje, aludiendo al hiper conocimiento de las matemáticas, idiomas,
tecnología entre otras disciplinas. Pero está comprobado que la captura de
tales competencias, no mutan la conducta del humano.
La escuela debe
incluir, además de los citados saberes, valores como respeto, compasión,
solidaridad…para lograr educar (mutar conducta) Nuestras
“altas casas de estudios” lanzan anualmente profesionales con
promedios 4 y 5. Pero, salvando las consabidas excepciones, ¿no se los percibe
en el mercado laboral como feroces tiburones, con dientes largos y afilados al
acecho de alguna presa?
Amistad y
magisterio comparten morada. Nos reclamamos, por ende, educadores-educandos
porque preexiste en cada uno de nosotros, tanto una necesidad de enseñar, como
de ser enseñados. (Afirma Emmanuel Mounier, educador por excelencia)
Cuando decimos liderazgo no nos
referimos a lo que llamamos “gobierno ni cacicazgo”. En todo país existe un
poder político, una institución que organiza grupos de personas. El liderazgo
se funda más en las personas que en las estructuras; no se rige por la fuerza,
las leyes, la represión, sino más bien, por las capacidades o carismas
personales.
Es un rol que depende de status, de ser
jefe; pero, también es un carisma o característica de la persona. En aula todos
los profesores tienen la misma autoridad, son líderes por su posición y status;
pero, no todos ejercen de la misma manera el poder que tienen para influir en
los alumnos. Engaño es creer que el profe “sea superior o dueño de los
demás”.
¿Son nuestros
profesores ejemplos en el espíritu de servicio? ¿Es coherente, su “decir”
con su “hacer”? ¿Cuántos carecen de autoridad moral para inculcar a sus
alumnos normas de conducta en aula? Un docente impuntual que deifica la llegada
tardía, por considerarla “sólo un mal menor” entre tantos, es un eficaz
“informador de contenidos”, también, excelente “deformador”.
Coral Elizondo Carmona, Profesora asociada Facultad
de Educación en Universidad de Zaragoza, dice: He preparado un decálogo con
todas las características que considero debe tener un buen líder educativo (…)
Un líder educativo inclusivo: Es capaz
de ilusionar, contagiar.
Sabe crear equipos, confía en las personas y las motiva. Tiene siempre una
actitud proactiva que le ayuda a no decaer. Es persuasivo, empático, escucha y
no impone. Es carismático. Planifica y
marca una hoja de ruta conocida por la comunidad educativa. Promueve un clima de respeto. Fomenta la participación de familias
y profesorado, creando redes de colaboración.
Gestiona la presión no permitiendo que situaciones
adversas le superen. Es capaz de guiar en momentos de crisis…Sabe organizar el tiempo, gestionando reuniones
eficaces. Expresa las ideas de forma clara y
concreta, evitando las ambigüedades.
Actúa como mediador favoreciendo la convivencia en la
resolución de los conflictos. Practica la escucha activa, conoce y gestiona la
diversidad y es una persona ética. Es promotor de ideas innovadoras, actúa como líder
pedagógico. Es curioso y
se interesa por conocer nuevas estrategias, recursos, tecnologías (…)
Hábitos de la mente de Arthur
L. Costa y Bena Kallick: Un líder se destaca por Persistente. No se da por vencido, sigue
actuando, gestiona bien la presión. Maneja la impulsividad.
Piensa antes de actuar, actúa de mediador. Escucha con empatía.
Piensa flexiblemente. Oye opiniones. Reflexiona y
evalúa sus propias destrezas y estrategias. Es consciente de sus acciones, del
efecto sobre los demás. Es capaz de autoevaluarse para corregir y modificar el
plan.
Se esfuerza por lograr precisión. Es
cuidadoso, aprende del error para mejorar. El buen líder conoce los criterios
de calidad y se esfuerza por lograrlos.”…Un buen líder es
capaz de resolver con eficacia los problemas...
Aplica conocimiento anterior a situaciones nuevas. El líder
aprende de los errores. Actúa para crear oportunidades. Piensa y se comunica con claridad. Crea
vínculos de pertenencia en la comunidad educativa. Imagina e innova. Disfruta aprendiendo y compartiendo
con los demás. Acepta riesgos responsables. Tolera
la incertidumbre.
Hace del humor herramienta útil en las
relaciones interpersonales, suaviza situaciones tensas. Es capaz de trabajar con otros, de fomentar
la participación del profesorado y de las familias en la vida escolar, de crear
redes de colaboración.
Dice el profesor Xosé Manuel Domínguez Prieto: El objetivo último
de la educación es la plenitud de la persona, un objetivo ético. Si no, será
adiestramiento, entrenamiento, preparación técnica. No será educación. Será
habilitación para conseguir un título, mercancía para consumo, pasaporte para
entrar con ventaja en la sociedad del conocimiento. No educación. La educación
tiene un sentido ético y remite a la persona.
No sólo a la persona del alumno, como si
la educación fuese algo que “hace” el docente para que el alumno crezca:
también la educación debe contribuir al crecimiento de la persona del educador
(…) El profesional bueno y el buen profesional lo son no sólo en función de su
eficacia, sino de los fines que dan sentido a su actividad.
En el caso del docente, estos fines
propios son: a) El crecimiento de la
persona del alumno. b) Su propio
crecimiento personal. c) La
instauración de una sociedad y una cultura mejor y más justa.
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