¿ES DRACONIANA?
La moral no es draconiana (severa en
exceso) ni una prisión que se opone a la libertad. ¡Todo lo contrario! Es,
sí, conjunto de reglas, prohibiciones y mandatos que propone para garantizar la
verdadera libertad del hombre en aras de su realización.
Las salud tiene normas con fin preservar
nuestro bienestar físico y mental. Las exigencias morales son condiciones
necesarias para conducir a la persona a obrar con rectitud en nuestro diario peregrinar,
es decir, en el pleno desarrollo de las capacidades inherentes al ser humanos:
conocimiento, justicia, solidaridad, etc.
Si las leyes se respetan, se vive en una
sociedad ordenada y pacífica. Si, por el contrario, se violan disposiciones de sana
convivencia, ocurren abusos, robos, homicidios, discordias, engaños… caótica sociedad.
Si son respetadas las leyes del medio
ambiente, entonces y recíprocamente, el medio ambiente ayuda al hombre a vivir en
feliz armonía con la naturaleza. En caso contrario, provoca terribles
consecuencias que ponen en peligro la existencia humana.
Horrorizan –por ejemplo - las estadísticas
oficiales que dan cuenta de miles de víctimas de accidentes de tránsito (fatales
la mayoría) por incumplir básicas disposiciones. Las reglas, como se ve, no
obstaculizan sino que facilitan y favorecen la tranquilidad y el orden que todo
ciudadano de bien anhela. Evita, al menos antes de tiempo, hacer del hogar un velorio.
A propósito, ayuda reflexionar las
palabras de Jesús: "Si quieres entrar en la vida, observa los
mandamientos" (Mt. 19, 17).
¿Es difícil
practicar la moral cristiana?. Es exigente y comprometida, porque nos
propone un ideal altísimo, el de vivir como hijos de Dios. Somos ayudados en
nuestro camino por la gracia del Espíritu Santo que nos da en los sacramentos y
podemos pedir en la oración.
La dificultad del empeño es después
compensada por aquella gratificación, paz y alegría interior que derivan de la
conquista de todo gran ideal. (Fuente: Aciprensa)
Las Bienaventuranzas. En el Sermón de la Montaña, Jesús supera las
demandas éticas del Antiguo Testamento (AT) recogidas y formuladas en los Diez
Mandamientos. Las exigencias éticas de esta Regla de Oro son superiores. Por
cinco veces Jesús afirma:
* “Se dijo a los antiguos, pero yo os digo….” De este modo Jesús
corrigió, mejorando notablemente el quinto mandamiento, pues al “no matar”,
añade como mandato nuevo no “irritarse” ni insultar al prójimo. (Mt. 5 21-26).
* El sexto mandamiento ya no sólo prohíbe la fornicación, sino los
pecados internos contra la castidad (Mt. 5, 27-32)
* El segundo ya no sólo condena el perjurio, sino el juramento sin
necesidad (Mt.5, 33-37). (cfr. Jefté Jueces 11,29-40)
* La vieja ley del Talión pierde vigencia ética y se manda devolver el
bien por mal (Mt. 5, 38-42)
* Finalmente, el amor al prójimo ya no tiene fronteras, pues se
convierte en el mandamiento del amor universal a todos los hombres. (Mt 5, 43-47)
Así la predicación de Jesús en el Monte concluye con esta máxima: “Sed
perfectos como es vuestro Padre celestial”. (Mt 5, 48). Ningún hombre nace para
ser esclavo, todos tenemos la vocación para ser elevados, plenos, “altos”.
Enseña la Encíclica “Veritatis Splendor” que las Bienaventuranzas
“contiene fórmulas más amplias y completas de la Ley Nueva, en clara conexión con el Decálogo
entregado por Dios en el Monte Sinaí (VS, 12), y denomina al Sermón de la Montaña como “la Carta Magna de la
Moral Evangélica” (VS, 15)
En resumen, las Bienaventuranzas representan para el cristiano el verdadero programa moral, no contrapuesto a los
Mandamientos, sino que los incluye y los sublima. Pero son aún más: son el
modelo de vida al que ha de aspirar el cristiano, puesto que, como debe imitar
a Jesucristo, en ellas encuentra el verdadero retrato de Jesús.
Las Bienaventuranzas, más que un sistema moral,
constituye un verdadero modelo de conducta. La moral cristiana practicada, es
Libertad.
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