lunes, 17 de julio de 2017

LA MORAL CRISTIANA...

¿ES  DRACONIANA?

La moral no es draconiana (severa en exceso) ni una prisión que se opone a la libertad. ¡Todo lo contrario! Es, sí, conjunto de reglas, prohibiciones y mandatos que propone para garantizar la verdadera libertad del hombre en aras de su realización.

Las salud tiene normas con fin preservar nuestro bienestar físico y mental. Las exigencias morales son condiciones necesarias para conducir a la persona a obrar con rectitud en nuestro diario peregrinar, es decir, en el pleno desarrollo de las capacidades inherentes al ser humanos: conocimiento, justicia, solidaridad, etc.

Si las leyes se respetan, se vive en una sociedad ordenada y pacífica. Si, por el contrario, se violan disposiciones de sana convivencia, ocurren abusos, robos, homicidios, discordias, engaños… caótica sociedad.

Si son respetadas las leyes del medio ambiente, entonces y recíprocamente, el medio ambiente ayuda al hombre a vivir en feliz armonía con la naturaleza. En caso contrario, provoca terribles consecuencias que ponen en peligro la existencia humana.

Horrorizan –por ejemplo - las estadísticas oficiales que dan cuenta de miles de víctimas de accidentes de tránsito (fatales la mayoría) por incumplir básicas disposiciones. Las reglas, como se ve, no obstaculizan sino que facilitan y favorecen la tranquilidad y el orden que todo ciudadano de bien anhela. Evita, al menos antes de tiempo, hacer del hogar un velorio.

A propósito, ayuda reflexionar las palabras de Jesús: "Si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos" (Mt. 19, 17).

¿Es difícil practicar la moral cristiana?. Es exigente y comprometida, porque nos propone un ideal altísimo, el de vivir como hijos de Dios. Somos ayudados en nuestro camino por la gracia del Espíritu Santo que nos da en los sacramentos y podemos pedir en la oración.

La dificultad del empeño es después compensada por aquella gratificación, paz y alegría interior que derivan de la conquista de todo gran ideal. (Fuente: Aciprensa)

Las Bienaventuranzas. En el Sermón de la Montaña, Jesús supera las demandas éticas del Antiguo Testamento (AT) recogidas y formuladas en los Diez Mandamientos. Las exigencias éticas de esta Regla de Oro son superiores. Por cinco veces Jesús afirma:

* “Se dijo a los antiguos, pero yo os digo….” De este modo Jesús corrigió, mejorando notablemente el quinto mandamiento, pues al “no matar”, añade como mandato nuevo no “irritarse” ni insultar al prójimo. (Mt. 5 21-26).

* El sexto mandamiento ya no sólo prohíbe la fornicación, sino los pecados internos contra la castidad (Mt. 5, 27-32)
           
* El segundo ya no sólo condena el perjurio, sino el juramento sin necesidad (Mt.5, 33-37). (cfr. Jefté Jueces 11,29-40)

* La vieja ley del Talión pierde vigencia ética y se manda devolver el bien por mal (Mt. 5, 38-42)

* Finalmente, el amor al prójimo ya no tiene fronteras, pues se convierte en el mandamiento del amor universal a todos los hombres. (Mt 5, 43-47)

Así la predicación de Jesús en el Monte concluye con esta máxima: “Sed perfectos como es vuestro Padre celestial”. (Mt 5, 48). Ningún hombre nace para ser esclavo, todos tenemos la vocación para ser elevados, plenos, “altos”.

Enseña la Encíclica “Veritatis Splendor” que las Bienaventuranzas “contiene fórmulas más amplias y completas de la  Ley Nueva, en clara conexión con el Decálogo entregado por Dios en el Monte Sinaí (VS, 12), y denomina al Sermón de la Montaña como “la Carta Magna de la Moral Evangélica”  (VS, 15)

En resumen, las Bienaventuranzas representan para el cristiano el verdadero programa moral, no contrapuesto a los Mandamientos, sino que los incluye y los sublima. Pero son aún más: son el modelo de vida al que ha de aspirar el cristiano, puesto que, como debe imitar a Jesucristo, en ellas encuentra el verdadero retrato de Jesús.

Las Bienaventuranzas, más que un sistema moral, constituye un verdadero modelo de conducta. La moral cristiana practicada, es Libertad. 


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