¡LIBERTADOR!
En su última visita al Paraguay (2010),
el querido amigo y maestro Roger Texier, nos ha deleitado con una serie de
enseñanzas, que por su importancia, deseo compartirla.
El nombre de Moisés evoca en primer
lugar la liberación del pueblo de Dios de Egipto, (aproximadamente 1200 años
a.C). En aquel tiempo los Egipcios habían sometido a esclavitud a los hebreos
tratándoles cruelmente, haciéndolos esclavos.
“Les habían amargado la vida con duros
trabajos de arcilla y ladrillos y demás tipos de servidumbres impuestas por
crueldad” (Ex1, 13-14).
Moisés llevaba vida de Príncipe. Fue
entonces cuando salió al encuentro de sus hermanos de condición inferior. A
través de la acción de Moisés, Dios oyó los lamentos de su pueblo y se acordó
de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob.
Y miró Dios con bondad a los hijos de
Israel y los atendió. El mismo Moisés había sido salvado de las aguas del Nilo
y adoptado por la hija del faraón. Según la etimología popular, Moisés quiere
decir “sacado de las aguas”. Presentamos a Moisés como:
1)
Libertador
(defensor de la libertad)
2)
Revelador
de Dios
3)
Interprete
de la ley
4)
Guía
de la humanidad en la travesía de sus desiertos
5)
Hacia
la tierra prometida
Su figura aparece emblemática, profética
y modelo para los cristianos del siglo XXI.
En la noche de pascua bajo la dirección
de Moisés y Aarón, los hijos de Israel dejaron la tierra de su esclavitud y con
ellos, una inmensa cantidad de gente y grandes rebaños de ovejas y vacas.
Pasaron el mar Rojo y entraron en el desierto de Faran donde anduvieron varios
días sin encontrar agua. (Ex. 14,30)
Otras pruebas iban a comenzar. Pero se
habían vuelto libres por eso cantaron con Moisés a Yahve un cántico de acción
de gracias: Cantaré a Yahve que se hizo famoso, Yahve mi fortaleza. A Él le
cantaré, El fue mi salvación. (Ex. 15, 1-2)
Al frente de su pueblo, Moisés había
iniciado su marcha hasta el desierto. La liberación de Egipto no era una simple
revolución política y social. Significaba el paso de la servidumbre humana a la
libertad. (A menudo la libertad se presenta con la búsqueda del placer o de
nuevas experiencias)
En realidad es la llamada constante a la
responsabilidad personal. Es una llamada a cultivar la virtud, la
autodisciplina, el sacrificio por el bien común. Además exige el valor de
empeñarse en la vida civil llevando las propias creencias y los propios valores
a un nivel superior.
Ser libre es ser uno mismo, no dejarse
seducir por el mal como el odio, el resentimiento, el deseo de venganza, todo
eso daña la autoestima y dificulta el camino hacia la felicidad. La libertad es
condición de la libertad humana en la medida en que discierne el bien y se
adhiere a él.
Esperanza y confianza tenía Moisés, y por lo tanto, estaba
preparado para todo: nunca fue su cometido color de rosas, ni se hacía
castillos en el aire, aun así, estaba ilusionado, esperanzado y confiando en
Yahve.
Hoy ocurre lo mismo. Tenemos que
liberarnos continuamente de nuestros harapos y miserias, es decir, de pecados.
Liberándonos nosotros mismos, liberar al prójimo, porque tenemos que salvarnos
en “racimo”... como miémbros del Cuerpo Místico de Cristo. Así nos enseñaron.
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