jueves, 20 de julio de 2017

MOISÉS... (I)

¡LIBERTADOR!

En su última visita al Paraguay (2010), el querido amigo y maestro Roger Texier, nos ha deleitado con una serie de enseñanzas, que por su importancia, deseo compartirla.   

El nombre de Moisés evoca en primer lugar la liberación del pueblo de Dios de Egipto, (aproximadamente 1200 años a.C). En aquel tiempo los Egipcios habían sometido a esclavitud a los hebreos tratándoles cruelmente, haciéndolos esclavos.

“Les habían amargado la vida con duros trabajos de arcilla y ladrillos y demás tipos de servidumbres impuestas por crueldad” (Ex1, 13-14).

Moisés llevaba vida de Príncipe. Fue entonces cuando salió al encuentro de sus hermanos de condición inferior. A través de la acción de Moisés, Dios oyó los lamentos de su pueblo y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob.

Y miró Dios con bondad a los hijos de Israel y los atendió. El mismo Moisés había sido salvado de las aguas del Nilo y adoptado por la hija del faraón. Según la etimología popular, Moisés quiere decir “sacado de las aguas”. Presentamos a Moisés como:

1)      Libertador (defensor de la libertad)
2)      Revelador de Dios
3)      Interprete de la ley
4)      Guía de la humanidad en la travesía de sus desiertos
5)      Hacia la tierra prometida

Su figura aparece emblemática, profética y modelo para los cristianos del siglo XXI.

En la noche de pascua bajo la dirección de Moisés y Aarón, los hijos de Israel dejaron la tierra de su esclavitud y con ellos, una inmensa cantidad de gente y grandes rebaños de ovejas y vacas. Pasaron el mar Rojo y entraron en el desierto de Faran donde anduvieron varios días sin encontrar agua. (Ex. 14,30)

Otras pruebas iban a comenzar. Pero se habían vuelto libres por eso cantaron con Moisés a Yahve un cántico de acción de gracias: Cantaré a Yahve que se hizo famoso, Yahve mi fortaleza. A Él le cantaré, El fue mi salvación. (Ex. 15, 1-2)

Al frente de su pueblo, Moisés había iniciado su marcha hasta el desierto. La liberación de Egipto no era una simple revolución política y social. Significaba el paso de la servidumbre humana a la libertad. (A menudo la libertad se presenta con la búsqueda del placer o de nuevas experiencias)

En realidad es la llamada constante a la responsabilidad personal. Es una llamada a cultivar la virtud, la autodisciplina, el sacrificio por el bien común. Además exige el valor de empeñarse en la vida civil llevando las propias creencias y los propios valores a un nivel superior.

Ser libre es ser uno mismo, no dejarse seducir por el mal como el odio, el resentimiento, el deseo de venganza, todo eso daña la autoestima y dificulta el camino hacia la felicidad. La libertad es condición de la libertad humana en la medida en que discierne el bien y se adhiere a él.

Esperanza y confianza tenía Moisés, y por lo tanto, estaba preparado para todo: nunca fue su cometido color de rosas, ni se hacía castillos en el aire, aun así, estaba ilusionado, esperanzado y confiando en Yahve.

Hoy ocurre lo mismo. Tenemos que liberarnos continuamente de nuestros harapos y miserias, es decir, de pecados. Liberándonos nosotros mismos, liberar al prójimo, porque tenemos que salvarnos en “racimo”... como miémbros del Cuerpo Místico de Cristo. Así nos enseñaron.

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