REVELADOR
DE DIOS
El nombre de Moisés evoca en segundo
lugar, su encuentro con Dios. Antes de pasar a ser el caudillo del pueblo de
Israel, Moisés hizo de pastor apacentado las ovejas de su suegro Jetró en el
desierto. Aprendió la vida ruda y pobre, tal como la de Abraham, el padre de
los creyentes. (Ex. 3, 1-6. 9-12)
Una vez llevó las ovejas muy lejos en el
desierto y llegó a la montaña del Sinaí. El ángel de Yahve se le apareció, bajo
las apariencias de una llama ardiente, en medio de una zarza.
Moisés vio que la zarza ardía, pero no
se consumía. Se acercó para mirar. “No te acerques más”, le mandó Yahve.
“Sácate tus sandalias, porque el lugar que pisas es tierra sagrada. Yo soy el
Dios de tus padres, Abraham, Isaac y Jacob. Te envío para que saques de Egipto
a mi pueblo, los hijos de Israel”
Si me preguntan cuál es tu nombre, ¿qué
responderé?, preguntó Moisés. Respuesta de Dios: Así dirás al pueblo de Israel,
“Yo Soy el que Soy” “Yo soy me ha enviado a ustedes” “Yo soy será mi nombre
para siempre” Y con este nombre me invocarán sus hijos y sus descendientes”
(Ex. 3, 13-20)
Los entendidos nos dicen que Yahve
significa, precisamente, <Él es y Él hace existir>. Yo Soy es el Dios que
vive y de quien las criaturas reciben el existir, mientras que Él, Yo Soy,
tiene en sí la fuente de su propia existencia y no debe nada a nadie.
Nosotros, los cristianos, pensamos más
bien que Dios es Amor. Y por supuesto, tenemos razón. Dios es amor, Dios es
bondad. Sin embargo, lo que se debe afirmar primero de Dios es que, Es. Nos lo
enseña Él mismo: Yo soy en que Es.
Así se revela Dios A Moisés. Y así, Moisés
nos reveló a todos nosotros. Pero, qué es Dios hoy? Una de las cuestiones de
fondo de este tiempo posmoderno está en saber si Dios existe, o no. Si nuestra
vida está presidida por un Alguien original, creador, providente…o vivimos
solos en el mundo, como dueños únicos y exclusivos de nuestra vida personal y
colectiva.
Lo que de verdad se debate en nuestras
sociedades, aunque no se formule claramente, es, si para vivir auténticamente
nuestra condición humana, tenemos que tener en cuenta la presencia de Dios
cerca de nosotros, o si hemos de prescindir de cualquier referencia religiosa
como perteneciente a un estadio anterior al desarrollo humano.
Cuando me pregunto -dice Roger Texier-
por quién es Dios, considero a Él bajo dos figuras del evangelio de San Lucas:
La figura del Buen Pastor y la del Padre del hijo pródigo.
Como buen pastor, Jesús busca a la oveja
perdida. Cuando la encuentra, muy feliz, la pone sobre los hombros y, al llegar
a su casa, reúne a amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque
encontré la oveja perdida".
Ese Jesús es el mismo que afirmó un día:
“Yo he venido al mundo para que tengan vida y la atengan en abundancia”. Como padre
del hijo pródigo, Dios sale a nuestro encuentro…nos abraza y quiere que todos nos
festejen.
Todos sabemos que el llamado hijo pródigo
había vivido en un lugar lejano, malgastando su dinero en una vida desordenada.
De vuelta a casa pide perdón a su papá…quien dice a los servidores: “Traigan la
mejor ropa y póngansela (…) Maten el ternero más gordo…comamos y alegrémonos…¡mi
hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida!
.
Moisés como profeta es un hombre… que
recibe inspiración de Dios para hablar en Su nombre” El Señor dijo a Moisés,
refiriéndose a Jesucristo, el más grande de todos los profetas: “Les levantaré
de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él
les hablará todo lo que yo le mandare” (Deuteronomio
18:18).
Tal es el papel que se le da a cada
profeta llamado por Dios. Y todo bautizado ha asumido la promesa de vivir el compromiso
de sacerdote, profeta y rey.
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