martes, 4 de julio de 2017

NATURALEZA DEL HOMBRE:

VIDA VEGETATIVA, SENSITIVA, ESPIRITUAL

Puede resultar para nosotros esclarecedor reflexionar sobre el hombre, causa principal de la cultura. El Dr. Secundino Núñez en apretada síntesis enseña que: El hombre es un ser real en este mundo. No es una ficción imaginaria (póra) ni es un subproducto social, de la clase o raza. No es una simple chispa de la gran hoguera de la Idea, como dijera Hegel.
     
Es ser real sustantivo (manifiesto, expresado, dado a conocer) y subsistente (permanece y existe). Podrá llevar sobre sí muchos accidentes, como el color de la piel, estatura, fuerza física, movilidad, etc. Pero es un ser con unidad sustancial diferente de los otros seres.
 
El hombre es un ser vivo. En medio de tantos seres vivos como las plantas y los animales, el hombre se destaca  netamente. La vitalidad que ejercita es múltiple, de gran riqueza y la despliega en tres niveles diferentes:

a) El hombre ejercita vida vegetativa: come, bebe, digiere, respira, crece, genera, etc. Es vida básica, fundamento de toda la constitución orgánica y fuente de todo el dinamismo humano. Su bienestar o malestar biológico influye en todo su funcionamiento vital.

b) Luego sigue un segundo nivel de vida: la vida sensitiva. Es el amplio mundo de la sensibilidad. El hombre es plenamente consciente de sus sentidos. A este nivel sensitivo, pertenecen los varios sentidos así como las pasiones, emociones y sentimientos.

c) En un tercer nivel último y supremo, el hombre desarrolla la más elevada vida de su ser. Es la vida espiritual. Pensamos, razonamos, queremos; nos decimos, prometemos, y afirmamos o negamos con juramento. Gracias a esta actividad espiritual vivimos con altura y dignidad: “el hombre se hace en cierta manera a todas las cosas” (Aristóteles).

Dentro de esta rica y múltiple vitalidad que el ser humano vive, distinguimos tres líneas de operaciones o de acciones, distintas pero unidas entre sí.                              

La primera línea significa la vida cognoscitiva que puede darse a nivel sensitivo: ver, oír, oler, etc.; o puede darse a nivel espiritual, como pensar, juzgar, razonar.

La segunda significa la vida apetitiva o tendencial: vida oréctica, dicen los psicólogos. Y que pueden también darse en el plano sensitivo: pasiones, emociones, etc.; o en el plano espiritual; querer, desear, amar, odiar, etc.

La tercera nos muestra la interioridad traducida en expresiones de conducta: mímica, gestos, palabras, lágrimas, sonrisas y acciones.

Así las cosas, no todo acto realizado por el hombre es libre, es decir, fruto de su libertad. Hay actos biológicos y psicológicos que no brotan del ser humano libremente, sino espontáneamente y como por impulso de una cierta habitualidad.

Los actos generados por la voluntad libre del hombre son llamados actos humanos y constituyen la materia de la conducta (praxis) regulada por la moral.

Finalmente, cada hombre podrá hacer uso y sacar provecho de la naturaleza y la cultura que recibe. Como podrá así mismo, gracias al compromiso de su razón, de su querer y de sus manos acrecentar o dilapidar esas riquezas. (Fuente: Fundamentos de Antropología - Ricardo Yepes S. - Eunsa 1977.


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