“RELATIVISMO
MORAL”...
En la Carta del Papa León XIII, se leen
párrafos que ayudan a reflexionar, dado que son de actualidad. (cfr. Juan C.
Sanahuja- Poder Global, p. 84-86):
El fundamento sobre el que se fundan
estas nuevas ideas es que, con el fin de atraer más fácilmente a aquellos que
disienten de ella, la Iglesia debe adecuar sus enseñanzas mas conforme con el
espíritu de la época, aflojar algo de su antigua severidad y hacer algunas
concesiones a opiniones nuevas.
Muchos piensan que estas concesiones
deben ser hechas no solo en asuntos de disciplina, sino también en doctrinas
pertenecientes “al depósito de la fe”. Ellos sostienen que sería oportuno, para
ganar a aquellos que disienten de nosotros, omitir ciertos puntos del
magisterio de la Iglesia que son de menor importancia, y de esta manera
moderarlos para que no porten el mismo sentido que la Iglesia constantemente
les ha dado.
No se necesitan muchas palabras querido
hijo, para probar la falsedad de estas ideas si se trae a la mente la
naturaleza y el origen de la doctrina que la Iglesia propone. No podemos
considerar como enteramente inocente el silencio que intencionalmente conduce a
la omisión o desprecio de alguno de los principios de la doctrina cristiana ya
que todos los principios vienen del mismo Autor y Maestro, “el hijo unigénito,
que está en el seno del Padre” (Jn 1,18).
Estos están adaptados a todos los
tiempos y a todas las naciones, como se ve claramente por las palabras de Nuestro Señor a los
apóstoles: “Id pues enseñad a todas las naciones, enseñándoles a observar todo
los que os he mandado y en aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo” (Mt 28,19).
No hay nada más cercano a nuestro
corazón que tener de vuelta en el rebaño de Cristo a los que se han separado de
Él, pero no por un camino distinto al señalado por Cristo. Pero, querido hijo,
en el presente asunto del que estamos hablando, hay aun un peligro mayor, y una
más manifiesta oposición a la doctrina y disciplina católicas, en aquella
opinión de los amantes de la novedad según la cual, sostienen que se debe
admitir una suerte tal de libertad en la Iglesia.
Que disminuyendo de alguna manera su
supervisión y cuidado, se permita a los fieles seguir más libremente la guía de
sus propias mentes y el sendero de su propia actividad. Aquellos son de la
opinión de que dicha libertad tiene su contraparte en la libertad civil.
Estos peligros, a saber, la confusión de
licencia y libertad, la pasión por discutir y mostrar contumacia sobre
cualquier asunto posible, el supuesto derecho a sostener cualquier opinión que
a uno le plazca sobre cualquier asunto y a darla a conocer al mundo por medio
de publicaciones, tienen a las mentes tan envueltas en la oscuridad que hay
ahora, más que nunca una necesidad mayor del oficio magisterial de la Iglesia,
no sea que las personas se olviden tanto de la conciencia como del deber.
León XIII advierte sobre dos actitudes
que se repiten cíclicamente con el correr del tiempo: acallar las exigencias cristianas
para atraer más gente y aplicar ven la Iglesia las normas del disenso temporal,
democrático. Las dos se unen, la primera lleva a la segunda y, unidas, a la pérdida
de la fe.
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