PARA MEDITAR
UN POQUITO!!
¿Cómo podría amar más a Jesús hasta llegar al enamoramiento?..Meditando noche y día en su sagrada Pasión. ¿Qué quiere decir pasión?. Un psicólogo diría que pasión no es otra cosa que atracción o repulsión del apetito sensitivo…. En el caso de Jesús, pasión significa pena, dolor, suplicio, tormento. (Fuente:
Todo creyente cristiano, por inculto e
iliterato que sea, puede entender que el divino Verbo humanado, bajó del cielo,
se hizo hombre como nosotros en el seno de la purísima Virgen, nació en una
cueva de pastores. Vivió pobre e ignorado de todos por 30 años (…) muriendo por nosotros desangrado
entre horribles tormentos en la cruz.
Fue vendido por un traidor y comprado
por 30 monedas por sus peores enemigos. Mofado, escupido, azotado por feroces
esbirros (…) Murió por fin, en afrentoso patíbulo y entre inauditos tormentos;
pero su muerte es la más sublime manifestación de amor de nuestro Dios.
Acabada la Cena Pascual, se levantaron
de la mesa y Jesús recitó el himno de gracias, es decir, el Hallel. Era
costumbre judía rezar los salmos 112 al 118, que eran precisamente los que
componían el himno eucarístico llamado Hallel o Alabanza.
Despedida. De creerse es
que Jesús, antes de partir para su atroz muerte se despediría de la Virgen,
pidiéndola su maternal bendición. Y ella, habrá sentido esa espada de dolor que
llevaba la dulce Madre clavada en su corazón desde que Simeón le profetizó (Lc
2,35).
No es descabellado imaginar a Jesús
decir: “Mamá, ha llegado la hora señalada por mi Padre…de dar inicio y término
a la obra de redimir y salvar al género humano, perdido por sus pecados.
Resígnate querida Mamá y acepta complacida el grande honor de ser conmigo
corredentora del hombre pecador. Dame ahora tu bendición y partiré a ofrecer en la cruz el cruento sacrificio de
mi vida”.
También piadosamente es de suponer que la Virgen diría: “Hijo mío,
conozco bien la divina voluntad…inmenso es el sacrificio que a Ti y a Mí nos
exige, para eso fui tu Madre en la tierra, para darte un cuerpo de carne en que
padecer pudieras, los más terribles tormentos. Acepto en todo la voluntad del
Padre…aunque el más despiadado y agudo dolor desgarre mi amante corazón”.
María, arrasadas en ardientes
lágrimas, habrá levantado sus manos al cielo bendiciendo con emoción
inenarrable al Hijo de su amor y luego entre suspiros y sollozos se darían el
tierno abrazo de despedida, imprimiendo Jesús en la frente nacarada de su
Inmaculada Madre el último beso de paz con que le comunicó heroica fortaleza
que necesitaba, para soportar con valor sobrehumano, lo que su Hijo, en su cuerpo
santísimo tenía que padecer.
Se separaban el más amante de los Hijos, de
la más cariñosa de las Madres…¡Qué dolor
tan penetrante y qué pena tan amarga hará producido la separación tanto en el
corazón de Jesús como en el corazón de María…!
Dos enseñanzas
preciosas: Primera. Los hijos, siempre han de tener para con sus padres un
comportamiento de obsequiosa deferencia y antes de emprender largos viajes, o
difíciles tareas pedirles con filial afecto, consejos y bendición. Segunda.. Los
padres, sean conformes con la voluntad divina, cuando los hijos son llamados a
hacer el bien y evitar el mal, aun cuando no sean del “agrado” de sus progenitores. (Sacrosanta Pasión p. 14-15 – Gregorio
Martínez Cabello) .
Hoy se recuerda al Maestro y Señor lavando los pies a sus discípulos. El mismo Jesús se pone a nuestro servicio para lavarnos de nuestro orgullo y autosuficiencia. Jesús no tiene problemas en arremangarse y poner manos a la obra.
Su amor es concreto, personal y hecho desde abajo. Es la lección de humildad y misericordia que nos enseña, aquí y ahora.
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