VIDA VEGETATIVA, SENSITIVA, ESPIRITUAL
Puede resultar para nosotros
esclarecedor reflexionar sobre el hombre, causa principal de la
cultura. El Dr. Secundino Núñez en apretada síntesis enseña que: El hombre es un ser real en este mundo. No
es una ficción imaginaria (póra) ni es un subproducto social, de la clase o
raza. No es una simple chispa de la gran
hoguera de la Idea, como dijera Hegel.
Es ser real
sustantivo
(manifiesto, expresado, dado a conocer) y subsistente (permanece y existe). Podrá llevar sobre sí
muchos accidentes, como el color de
la piel, estatura, fuerza física, movilidad, etc. Pero es un ser con unidad sustancial
diferente de los otros seres.
El hombre es
un ser vivo.
En medio de tantos seres vivos como las plantas y los animales, el hombre se
destaca netamente. La vitalidad que
ejercita es múltiple, de gran riqueza y la despliega en tres niveles diferentes:
a) El hombre ejercita vida vegetativa:
come, bebe, digiere, respira, crece, genera, etc. Es vida básica,
fundamento de toda la constitución orgánica y fuente de todo el dinamismo
humano. Su bienestar o malestar biológico influye en todo su funcionamiento
vital.
b) Luego sigue un
segundo nivel de vida: la vida sensitiva. Es el amplio mundo
de la sensibilidad. El hombre es plenamente consciente de sus sentidos. A este
nivel sensitivo, pertenecen los varios sentidos así como las pasiones,
emociones y sentimientos.
c) En un tercer nivel último y supremo,
el hombre desarrolla la más elevada vida de su ser. Es la vida espiritual.
Pensamos, razonamos, queremos; nos decimos, prometemos, y afirmamos o
negamos con juramento. Gracias a esta actividad espiritual vivimos con altura y
dignidad: “el hombre se hace en cierta manera a todas las cosas” (Aristóteles).
Dentro de esta rica y múltiple vitalidad
que el ser humano vive, distinguimos tres líneas de operaciones o de acciones,
distintas pero unidas entre sí.
La primera línea significa la vida
cognoscitiva que puede darse a nivel sensitivo: ver, oír, oler, etc.; o puede
darse a nivel espiritual, como pensar, juzgar, razonar.
La segunda significa la vida apetitiva o
tendencial: vida oréctica, dicen los psicólogos. Y que pueden también darse en
el plano sensitivo: pasiones, emociones, etc.; o en el plano espiritual;
querer, desear, amar, odiar, etc.
La tercera nos muestra la interioridad traducida en expresiones de conducta:
mímica, gestos, palabras, lágrimas, sonrisas y acciones.
Así las cosas, no todo acto realizado
por el hombre es libre, es decir, fruto de su libertad. Hay actos biológicos y
psicológicos que no brotan del ser humano libremente, sino espontáneamente y
como por impulso de una cierta habitualidad.
Los actos generados por la voluntad
libre del hombre son llamados actos
humanos y constituyen la materia de la conducta (praxis) regulada por la
moral.
Finalmente, cada hombre podrá hacer uso
y sacar provecho de la naturaleza y la cultura que recibe. Como podrá así
mismo, gracias al compromiso de su razón, de su querer y de sus manos
acrecentar o dilapidar esas riquezas. (Fuente: Fundamentos de Antropología -
Ricardo Yepes S. - Eunsa 1977.