¿Para qué?
Qué bueno es ver hoy cantidad de jóvenes estudiantes, miles de
ellos, universitarios. Sin embargo, ¿cuántos de ellos saben por qué y para qué
estudian? Muchos, no saben qué les gusta ni qué quieren ser. No es raro ver a
alumnos de cursos superiores cambiar de carrera, una y otra vez, volviendo a la
ingrata tarea de empezar todo de nuevo.
Quizá la escasa posibilidad de lograr un
trabajo digno al culminar los estudios, explique tal incertidumbre. Algunas
décadas antes, ser médico, abogado, economista, etc, era sinónimo de prestigio
y por consiguiente, obtener buen trabajo era un hecho.
Hoy ya no es así, al menos, en un gran
porcentaje. Conocemos profesionales que exhiben a montones, títulos y
certificados que dicen acreditarles vastos conocimientos declarativos….pero…. amén
de no despertar los mismos sentimientos de respeto y admiración como antaño,
tampoco encuentran trabajo, acorde a su nivel académico.
Así las cosas, resulta muy pertinente
preguntar ¿cuál es el objetivo de sacrificarse estudiando, con todo lo que ello
representa - esfuerzos, privaciones,
tiempo y dinero, siempre escaso para una gran mayoría – si al final,
terminar una carrera no asegura, trabajo, prestigio, ni reconocimiento?
Nuestra actual sociedad materialista,
hedonista, consumista - consumida por el
consumo que lo consume, al decir de aquel profesor – nos empuja a pensar y
actuar buscando el éxito económico, de prestigio y de poder, participando de la
loca carrera de quien tiene más y en el menor tiempo posible, pero sin
posibilidad de obtenerlo: obviamente, es lógico desembocar en el fango de la frustración
y el desánimo.
Frente a esta perspectiva no atractiva,
cabe a los padres, en primera instancia, orientar a los hijos hacia carreras de
mandos medios – electricista, mecánicos, técnico industrial, peluquero,
modista, etc. - que asegure la posibilidad de seguir adelante, enfrentado con
éxitos, adversidades de orden laboral.
Tampoco han de olvidar, padres y
educadores, trasmitir valores: honestidad, templanza y esperanza en la
formación integral de la persona, tarea ésta, fuera del currículo académico.
¿Qué tanto importa a la escuela de hoy la formación moral de la persona-estudiante? ¡Eso no importa: idioma, tecnología,
competencia y éxito son los nuevos becerros de oro para los nuevos tiempos!
El prestigio hoy es dado por el “tener”
y “ostentar”. Abultada cuenta bancaria, coches caros y residencia monacales –
al estilo de Mónaco – son las cartas credenciales para abrirse camino y ser alguien
es esta sociedad moderna. ¡Ah!.. y dígase de paso, no te olvides de alargar
y afilar los dientes para competir en el mercado… en orden a la frugal satisfacción
de placeres menores..!
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