jueves, 22 de mayo de 2014

¡UNIVERSITARIO!

¿Para qué?

Qué bueno es ver hoy  cantidad de jóvenes estudiantes, miles de ellos, universitarios. Sin embargo, ¿cuántos de ellos saben por qué y para qué estudian? Muchos, no saben qué les gusta ni qué quieren ser. No es raro ver a alumnos de cursos superiores cambiar de carrera, una y otra vez, volviendo a la ingrata tarea de empezar todo de nuevo.

Quizá la escasa posibilidad de lograr un trabajo digno al culminar los estudios, explique tal incertidumbre. Algunas décadas antes, ser médico, abogado, economista, etc, era sinónimo de prestigio y por consiguiente, obtener buen trabajo era un hecho.

Hoy ya no es así, al menos, en un gran porcentaje. Conocemos profesionales que exhiben a montones, títulos y certificados que dicen acreditarles vastos conocimientos declarativos….pero…. amén de no despertar los mismos sentimientos de respeto y admiración como antaño, tampoco encuentran trabajo, acorde a su nivel académico.

Así las cosas, resulta muy pertinente preguntar ¿cuál es el objetivo de sacrificarse estudiando, con todo lo que ello representa - esfuerzos, privaciones, tiempo y dinero, siempre escaso para una gran mayoría – si al final, terminar una carrera no asegura, trabajo, prestigio, ni reconocimiento?

Nuestra actual sociedad materialista, hedonista, consumista - consumida por el consumo que lo consume, al decir de aquel profesor – nos empuja a pensar y actuar buscando el éxito económico, de prestigio y de poder, participando de la loca carrera de quien tiene más y en el menor tiempo posible, pero sin posibilidad de obtenerlo: obviamente, es lógico desembocar en el fango de la frustración y el desánimo.

Frente a esta perspectiva no atractiva, cabe a los padres, en primera instancia, orientar a los hijos hacia carreras de mandos medios – electricista, mecánicos, técnico industrial, peluquero, modista, etc. - que asegure la posibilidad de seguir adelante, enfrentado con éxitos, adversidades de orden laboral.

Tampoco han de olvidar, padres y educadores, trasmitir valores: honestidad, templanza y esperanza en la formación integral de la persona, tarea ésta, fuera del currículo académico. ¿Qué tanto importa a la escuela de hoy la formación moral de la persona-estudiante?  ¡Eso no importa: idioma, tecnología, competencia y éxito son los nuevos becerros de oro para los nuevos tiempos!

El prestigio hoy es dado por el “tener” y “ostentar”. Abultada cuenta bancaria, coches caros y residencia monacales – al estilo de Mónaco – son las cartas credenciales para abrirse camino y ser alguien es esta sociedad moderna. ¡Ah!.. y dígase de paso, no te olvides de alargar y afilar los dientes para competir en el mercado… en orden a la frugal satisfacción de placeres menores..!

No obstante, se puede conseguir la verdadera felicidad sin afán de “poseerlo todo”, echando una mirada hacia el otro, dando un  poco o donándose mucho. Demos gracias a Dios por la oportunidad que nos ha dado de estudiar y aprender, y sobre todo, por ser persona, y no simplemente, una pesada “caja fuerte” de dos patas. 

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