martes, 20 de mayo de 2014

PODER…PODER… PODER.

¿Para qué?

El verbo “poder” fascina, impresiona, atonta y embrutece. ¿Y por qué no, si con poder puedo hacer lo que quiero?. ¿Quién no aspira el PODER?

El poder visible lo vemos, sentimos y padecemos todos los días. Cuando los magnates de la tierra exhiben sin pudor sus bienes. Vemos, el poderío de la fuerza bélica matar miles de personas en zonas de conflictos. Vemos también, a quienes detentan el poder aquí y allá, en esta comisión, en aquel barrio, en el país. Ellos tienen poder. Pero, ¿para qué?, si muchos ni siquiera pueden usarlo para lo que dicen querer….

Es lícito pensar que muchos -sean políticos o no- deseen hacer el bien, ocuparse de mejorar la sociedad, lograr el bien común….pero,  ¿cuántas cosas buenas han logrado hacer con todo el poder que tienen? ¿Cualquiera en campaña electoral, busca afanosamente el poder, promete, entre tantas cosas, justicia e igualdad. Un ejemplo:

Hasta hoy, ¿puede señalarse a algún gobierno haber conseguido algo de  justicia con el tan cacareado mito llamado distribución de las riquezas? ¿Es posible cumplir con tal propósito?.Y si no lo es, ¿por qué mienten? Es urgente y necesario abandonar definitivamente el abúlico conformismo que tanto caracteriza al hombre pererí.

Es que al hombre con poder le provoca sentirse como dios, dueño de sí mismo, de los demás, y capaz de resolver todos sus problemas. ¿No se creyeron dioses quienes en los campos de concentración de Auschwitz, condenaron a muerte a millones de personas, de los más espantosos modos? ¿Con qué derecho se mató a miles de inocentes, varones, mujeres, niños? Los responsables del genocidio ¿no usaron el poder para tamaño crimen y vergüenza de la especie humana?

En este sentido, nuestros políticos, salvando las consabidas excepciones, están en deuda acrecentada con el pueblo a quien dicen representar y servir, pues ¿qué es el bien común para muchos de ellos?.... ¡Nada! Si el político no es fecundado en la matriz de lo ético, qué esperanza hay.

Verdad es que el Estado representa el poder de una oligarquía policía-militar (aparato represivo), político-burocrática (administración) y económica (resultado de las anteriores). El Estado es un mal, sin embargo es un mal necesario. Justo es reconocerlo. Fuera de él, ¿qué empresa capitalista se hará cargo de los servicios no rentables en aquellos campos que la vida humana necesita ser defendida como, salud, educación, vejez y comunicación, entre otros? (Aunque asoma la duda sobre la APP).

Pero, cuando el Poder-Estado no cumple sus funciones se convierte en un «dios»  voraz y expoliador. ¿Porqué tanto gastos bélicos y militares? ¿Para defender la soberanía? ¿Qué soberanía…dónde?. Nos queremos anti-belicistas, pacifistas, no-violentos.

Mejor es que frente a la cultura de las armas impere, las armas de la cultura. Ningún tipo de dictadura justifica el sufrimiento de un sólo inocente: ni las dictaduras políticas- tanto en su forma descarada como en la encubierta por razones de estado -  ni las económicas, ni las científico-tecnológicas, porque nada en este mundo justifica el sufrimiento de las víctimas inocentes. (El hombre, animal no fijado p. 153 C. Díaz.)

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