miércoles, 21 de mayo de 2014

DESAFIO A LA INJUSTICIA SOCIAL

                                Con Solidaridad, Amor y Magnanimidad

 A menos que den a la riqueza acumulada un uso social - dice A. Balbuena- los ricos serán antidemócratas e injustos, es decir, formarán parte de una justicia verbal o formal, pero no de una justicia real, y harán transparente eso que dijeron los Padres de la Iglesia: “Que el rico es ladrón, hijo de ladrón o nieto de ladrón, pues no es justicia tener lo común por público y lo privado como propio”

A propósito del comentario precedente, es oportuno y pertinente recordar la primera Encíclica de Benedicto XVIDeus Caritas Est, la que  incluye una insoslayable cita de San Agustín, que pareciera haber sido escrita para hoy y para nuestro país: “Remota itaque iustitia, quid sunt regna nisi magna latrocinia”, esto es: “Un estado que no se rigiera según la justicia, se reduciría a una banda de ladrones”.

¿Quién, moralmente sano podría gozar de lo superfluo cuando otros mueren por falta de lo necesario? ¿Hasta dónde y hasta cuándo gobernará la codicia insensata de los ricos? ¿Acaso son los únicos habitantes de la tierra? ¿Por qué expulsan de sus posesiones a indios y campesinos que tienen la misma naturaleza humana?

¿Esperan vivir en carne propia la experiencia que el notable economista John  Kenneth Galbraith llamó “la cultura de la satisfacción”, consistente en: “Una minoría de satisfechos encerrados en fortalezas y sitiados por millones de marginados”

La tierra ha sido dada por Dios para todos, ricos y pobres. ¿Por qué se arrogan, los poderosos el derecho exclusivo del suelo, que es de todos?. Nadie es rico por naturaleza. Nacemos desnudos, sin oro ni plata, necesitados de alimentos, vestidos y bebidas; todos nacemos indigentes y con tendencia al mal.

En el sepulcro todos somos iguales, aunque el salón velatorio sea diferente. ¿Quién puede establecer clases entre cadáveres? ¡Excave de nuevo el sepulcro y diga si puede diferenciar al rico del pobre! No. Entonces… ¿por qué separarnos por culpa de la propiedad que unos tienen y otros, carecen?

“No conozco – escribe Tocqueville – ningún otro país donde el amor al dinero ocupe un lugar más grande en el corazón del hombre, y en donde se profese un desprecio más profundo por la teoría de la igualdad permanente de los bienes” (cfr. El hombre animal no fijado – Carlos Díaz p. 50).

Este comentario no pretende causar malestar y ciertamente así será, pues hay gente que ha trabajado, sudado y sufrido para obtener limpiamente sus logros. Después de todo, el dinero no es el problema, pues en sí mismo, ni es bueno ni malo.

Conocemos empresarios que cumplen con todos los requisitos legales, solidarios con sus funcionarios y además, trabajan con elevada responsabilidad social. ¿Qué más se les puede pedir?. Como dijera Levi, la medida justa en la sociedad ha de ser aquella en que la sabiduría y la eficacia de sus leyes impidan que un hombre débil se vuelva demasiado débil, y que un individuo poderoso llegue a ser demasiado poderoso. (cfr. El hombre p.128) 

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