jueves, 8 de mayo de 2014

ÉTICA EN LA PROFESIÓN

¿Garantía o Ilusión?

El cuidado de la salud requiere médicos, las viviendas dignas y los entornos urbanos requieren constructores; la educación, educadores, las instalaciones de agua corriente, técnicos. Una sociedad justa y próspera, requiere buenos profesionales (competentes) y profesionales buenos (éticos), afirma Augusto Hortal en “Ética General de las Profesiones” p, 23)

Siguiendo esta línea de pensamiento cabe con urgencia preguntarnos: ¿somos buenos  profesionales, es decir, competentes en la tarea que nos toca desempeñar: ingeniero, médico, profesor, albañil, carpintero, chofer, enfermero, electricista, mecánico, contador, etc.? Si la respuesta es afirmativa…..hablamos de amplios conocimientos declarativos y procedimentales, es decir, de competencia y excelencia. (ja japó kuaá, ha jajapó porá, la ja japóva.)

Pero hace falta responder otras preguntas: ¿somos buena gente, es decir, buenos padres, buenos hijos; buenos amigos y compañeros de trabajo; buenos vecinos, en fin, buenos ciudadanos? Si la respuesta es afirmativa - como en la enterior - es que, definitivamente somos buenas personas.

Últimas preguntas incómodas: ¿Por qué la mayoría de nuestros profesionales – cualquiera sea la disciplina - no irradia aromas de confianza y credibilidad en el desempeño de sus profesiones?  ¿Por qué, un diagnóstico médico ha de requerir dos o tres opiniones paralelas? ¡Y estas dudas valen para todas las profesiones!

No pocos "profesionales" cacarean más por lo que tienen o dicen tener de “especialización técnico-académica que por lo que tiene de compromiso ético. Hoy el profesional, con título universitario o no, se reputa como experto, como alguien que sabe lo que otros no saben, alguien capaz de hacer lo que otros no son capaces de hacer.

La sola competencia académica no basta. Los cartones (títulos-certificados) del “acartonado” han de ser respaldados por la conducta ética de aquel. La bajeza moral de tantísimos profesionales, colabora eficientemente para que el país siga ocupando - desde bastante tiempo – los primeros puestos de corrupción e inmoralidad en el planeta.

Un principio ético dice que hacer bien una actividad y hacer el bien a otros mediante una actividad bien hecha – es la clave para salir de la eterna indigencia moral que nos esclaviza, para apuntar a la excelencia, habida cuenta que ser excelentes es posible. No es simplemente una romántica ilusión. 

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