Engañosa, superficial y contradictoria.
¿Quién puede dudar, que nuestra sociedad
resulta ser un fenómeno de dos caras?
Por un lado, la faz luminosa de fiestas, fútbol, vitrinas que ofrecen
producto de moda, tecnología, barrios lujosamente adornados y demás bondades del mundo posmoderno.
Pero la contracara muestra un rostro
feo, sucio y arrugado: cárceles superpobladas, hombres fracasados, gente
miserablemente irrespetuosa y prepotente, malos políticos, es decir, una gran
porción de gente indeseable, para quienes lo que en ética es verdad desgarrada, en
política se torna falsedad encubierta. (C. Díaz-Corriente Arriba p. 101).
Sin embargo, lo más grave de esta
sociedad es la fracturación interior del hombre actual: gigante tecnológico,
pigmeo moral. Este tipo de hombre no es firme. Irresoluto, inseguro y confuso, se vuelve víctima de
cualquier corriente ideológica engañosa, superficial y contradictoria.
Dice preocuparse de los graves problemas
sociales, de la injusticia, de escandalosos robos en instituciones públicas, y
conductas ciudadanas reprochables….pero no las reprime. Afirma buscar la
verdad, pero hace todo lo posible por no encontrarla.
Hipocresía es simplemente no pensar
correctamente, no decir la verdad, no transitar por las angostas avenidas de la
veracidad. Con otras palabras, hipocresía es una actitud propia de hombres de
malas acciones y mentirosos (1ª. Tim 4,2). Luego, la hipocresía comparte morada
con la maldad, el engaño, la calumnia, la envidia y demás vicios.
La hipocresía fractura a la persona en
dos partes: una exterior que muestra simpatía, justicia, sinceridad; la otra,
todo lo contrario, malvada. Siempre ha habido hipócritas, y posiblemente,
seguirá habiendo. Hoy este mal parece haber sido muy “perfeccionado”.
En tiempos de Jesús, los fariseos
cerraban el camino del reino de Dios para que otros no entren (Mt. 23,12). Los
hipócritas de hoy, cierran la puerta del reino de los cielos y el reino de la
tierra. Destruyen la fe en Dios y además, la confianza en el semejante. Solo
les importa el mundo presente y explota a quien sea, en beneficio propio.
La hipocresía es un vicio de la conducta
personal. Pero se practica sólo en la sociedad, porque no se puede ser
hipócrita en la soledad, pues, ¿a quién engañar si se está sólo?
¿Ante quién aparentar lo que no se es,
es decir, ante quién mentir? La hipocresía incluye al individuo y al colectivo
como tal.
Por consiguiente, son hipócritas las
personas, quienes a su vez, “hipocritizan” las instituciones y
éstas, contaminan a toda la sociedad, ¡y el círculo vicioso no para..!
Dadas las circunstancias, no es de
extrañarse que toda la sociedad esté descompuesta, fatigada, fracturada, desesperanzada….
alejada cada vez más de los valores morales.
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