¿Cuestión de discernimiento?
- cuando todos
los
Afirmaba Secundino Núñez: Nuestra sociedad es de signo “permisivo”. La
sociedad del “ayer” cerrada, de control absoluto, paternalista, ha dado paso a
la sociedad permisiva. La permisividad aparece necesariamente en un tipo de
sociedad pluralista y lleva consigo como consecuencia la mal entendida
“tolerancia”.
Factores como “pluralismo y permisividad” repercuten hondamente en la
manera de vivir y de formular la moral. La permisividad que es propia de
nuestra actual sociedad decadente tiene dos manifestaciones fundamentales: la
permisividad social y la jurídica. Con respecto a la permisividad social, muchas
conductas éticamente reprobables permanecían antes en la esfera privada,
mientras que ahora han pasado al estadio de lo público (no para corregirlas,
precisamente). Hoy ser coimero o adúltero
nada significa: aunque juzgado reprobable, la sociedad lo acepta.
En cuanto a la permisividad de tipo jurídico, los valores morales
y cristianos no pocas veces son
avasalladas por la ley positiva. Un ordenamiento jurídico concreto (el
divorcio, aborto o medidas sustitutivas de peligrosos sujetos con antecedentes,
por ejemplo). Bueno es recordar que la ley ha de estar al servicio del hombre y
no someterla, haciéndola rehén de aquella.
“Es preciso y exigencia respetar a todas las personas, aunque no
siempre toda idea y convicción son respetables”. La sociedad permisiva es una
sociedad falsamente libre, pues todo permite y nada garantiza. Por eso en ella
prospera la delincuencia organizada, se propaga la droga y otros múltiples
males. ¡Y no pasa nada!
No es descabellado afirmar que la permisividad hace desaparecer a Dios
del horizonte del hombre. Así las cosas, el
permisivismo consiste en un auténtico absolutismo del libertinaje. Nada
respeta. El que quiera liberarse de la “Libido reprimida” juzgará lícito
cualquier medio para conseguir ese fin.
Los hijos que hacen lo que quieren, sin frenos
ni medida, son ejemplos vivos de esta sociedad permisiva, ya con aromas delincuencial. Los estilos de bullying
al uso, también son frutos de una sociedad permisiva e hipócrita.
Es hora de ponernos los pantalones largos
y hacer lo que debemos.
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