miércoles, 28 de mayo de 2014

CARTA ANTIGUA……PERO VIGENTE Y ÚTIL

 Fuente: necesidadesespeciales.com

Se adjunta una carta que el presidente de los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln, escribió al profesor de su hijo en 1830. A pesar que esta carta fue escrita hace más de 100 años, sigue siendo una inspiración y parece que se escribió ayer. 

“QUERIDO PROFESOR, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces, enséñele que por cada villano hay un héroe, y que por cada egoísta hay un generoso.

También enséñele que por cada enemigo hay un amigo y que más vale moneda ganada que moneda encontrada. Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias. Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del contentamiento. Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas.

Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos. Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa. Que crea en sí mismo y sus capacidades aunque quede solito, y tenga que lidiar contra todos. Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos. Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otros lo hacen, que sea amante de los valores.

Que aprenda a oír a todos, pero que a la hora de la verdad, decida por sí mismo. Enséñele a sonreír y mantener el humor cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran. Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que solo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.

Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solito. Incúlquele valor y coraje pero también paciencia, constancia y sobriedad. Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho pero haga todo aquello que pueda”. Abraham Lincoln, 1830

Pienso que una carta como la leída, hoy supondrá un verdadero desafío a la filosofía del mundo posmoderno. Particularmente estoy contento y agradecido por esta antigua carta. Confirma que los valores no pierden vigencia, tampoco son monedas de cambio para negociar. Sólo se necesita coraje para aplicarlo. 

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