sábado, 31 de mayo de 2014

ODIO, VENGANZA o PERDÓN

¿Con cuál de ellos me quedo?

En ningún caso, la venganza  personal está permitida, porque de ser así, no se podría vivir en el mundo, habida cuenta que, todos nos creeríamos con derecho a vengarnos de cualquiera que nos ofende. Sin embargo, el hecho que ciertas acciones estén permitidas o no, ¿qué significan? si el hombre las viola consuetudinariamente.

Curiosamente, vengarse es mucho más fácil que perdonar. Pero, es posible que lo difícil no lo sea tanto, si tomamos conciencia que quienes no quieren perdonar a otros, cometen los mismos o peores vicios y pecados que critican. (Lc. 6,42)

Es necesario saber perdonar. Saber perdonar requiere de voluntad. Madre Angélica dice que Cristo nos pide que perdonemos, pero jamás nos ha pedido que deseemos hacerlo (…) y agrega.. Si esperas que aparezca en ti el instinto natural de perdonar, esperarías mucho tiempo

Se oye decir, yo perdono pero no olvido, a lo que el recordado P. Jorge Loring, en “Para Salvarte” p. 387, ha respondido una y otra vez: El olvidar puede ser difícil porque no depende de nuestra voluntad. Uno puede perdonar de corazón y no poder evitar el recuerdo (…)

Lo que Cristo manda no es un amor sensible, pues esto no depende de nuestra voluntad. Se trata de un amor de benevolencia, un amor desinteresado, un amor que devuelve bien por mal, que hace el bien al que nos hace daño, independientemente de nuestros sentimientos. Un amor efectivo, no afectivo (…)

El amor a nuestros enemigos que pide el Evangelio no obliga a una amistad con ellos, sino que prohíbe el odio y la venganza o el desear algún mal…Claro está que es lícito exigir la reparación de un daño recibido, pero no por odio ni por venganza, sino por deseo de justicia…utilizar medios justos para hacer justicia. (p.388).

Es verdad que hay personas a quienes consideramos indignas de nuestro perdón, pero no se perdona porque ellos lo merecen, sino porque es un pedido de Cristo, quien perdona nuestros múltiples y colosales pecados, sin que mínimamente lo merezcamos.

Verdad es que perdonar exige una predisposición más allá de toda lógica, pues no es lógico perdonar al ofensor: lo “lógico” en este valle de lágrimas es, devolver el mal y si es posible, con mayor intensidad e intereses, incluido.

Es de personas con espíritu sereno y magnánimo distanciarse por un tiempo de quien lo ha ofendido, para aquilatar la dura tarea que supone perdonar. La oración del Padre Nuestro, es un bálsamo para sanar las dolorosas heridas del ofensor: “ha amó hapó pe” es conditio sine qua non - como afirma la locución latina – perdonar si queremos ser perdonados.

La propuesta de perdonar no es tilinguería masoquista, es una maravillosa ocasión para liberarnos a nosotros mismos de la pesada cadena del resentimiento y no para liberar de culpa a quien ofendió.

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