domingo, 1 de junio de 2014

HOMOSEXUALIDAD (I)

                                                               ¿Sodomía, vicio, enfermedad..?

Dice en P. Jorge Loring en su libro “Para Salvarte” p. 530 y sgtes: La homosexualidad es la atracción sexual hacia una persona del mismo sexo. Es una aberración duramente castigada en la Biblia. Es el caso de Sodoma y Gomorra.  Y por eso a los homosexuales se les llama sodomitas. «Los actos homosexuales son objetivamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. No pueden recibir aprobación en ningún caso.»

No hay que confundir los homosexuales auténticos, que no tienen ningún interés en corregirse, con el hombre de apariencia feminoide de lo cual no es responsable, y que puede no ser homosexual. La homosexualidad es una anormalidad, pero no es pecado, a no ser que se ejerza. Si se ejerce y además hay corrupción de menores, constituye peligrosidad social. No es lo mismo el homosexual por vicio, que el que podría nacer así, o sufrió el impacto de una desgraciada experiencia de su infancia.

«Hay una enorme diferencia entre una tendencia que experimentas interiormente, y una tendencia que satisfaces con tus actos. Si te resientes de una tendencia homosexual pero sin llegar jamás a prácticas homosexuales, tienes muchas posibilidades de que esa tendencia no se haga irreversible. Será una dificultad, no un grave obstáculo. Por el contrario, si cedes a tal tendencia, quizás pasajera en sí misma, corres el riesgo de enraizarla en ti y de encerrarte en la homosexualidad. (...) 

El pensamiento cristiano es especialmente severo con lo que podríamos llamar “la cultura homosexual”; o sea, la voluntad deliberada de justificar y hasta de exaltar la homosexualidad. (...) En este espíritu San Pablo liga la cultura homosexual al rechazo de Dios y a la idolatría. (...) El comportamiento homosexual es intrínsecamente negativo. Y este carácter negativo no queda suprimido por el hecho de que tenga una tendencia involuntaria a ese comportamiento. «Los homosexuales que lleven una vida casta pueden ser santos» dice el diario de la Santa Sede.  

Ser comprensivo con los homosexuales, que luchan por dominarse, no es justificar su actuación homosexual. Una cosa es aceptar a la persona, y otra aprobar su comportamiento. El homosexual tiene que dominar su tendencia lo mismo que el heterosexual, que no puede irse con todas las mujeres que le apetecen.

El homosexual tiene que dominar su tendencia desordenada lo mismo que el cleptómano tiene que dominar su tendencia a apropiarse de lo ajeno. La Madre Angélica le dice al homosexual: «La homosexualidad es tu cruz. Y debes darte cuenta de que es una cruz. Debes soportarla como tal, y no como un estilo de vida, o como justificación para el pecado». 

Pero este respeto que debemos tener hacia el homosexual que no es peligro social porque no atenta contra el bien común, no significa que consideremos al homosexual como una persona normal que tiene derecho a ejercer su tendencia de acuerdo con su inclinación. Si el homosexual tiene derecho a vivir como él es, y no como debe ser, lo mismo podríamos decir del ladrón y del asesino.

El hombre debe acomodar su conducta a los auténticos valores humanos. El respeto a la persona del homosexual no considerándolo perverso o peligroso mientras su conducta sea correcta, no elimina el que no se pueda considerar al homosexual como una persona normal. Es como si el jorobado quisiera que consideráramos natural el tener joroba

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