¿Sodomía, vicio, enfermedad..?
Continuando con
las reflexiones del P. Jorge Loring, en su libro “Para Salvarte”: En una
ocasión intervine en un debate televisivo. Intervenía un homosexual que
criticaba a la Iglesia por no aprobar la homosexualidad como una cosa natural y
lícita.
Asistía al debate un Catedrático de la Universidad de Cádiz, Julio Pérez Serrano, que dijo: «En culturas primitivas, anteriores al cristianismo, ya existía hostilidad a la homosexualidad por considerarla antinatural».
Asistía al debate un Catedrático de la Universidad de Cádiz, Julio Pérez Serrano, que dijo: «En culturas primitivas, anteriores al cristianismo, ya existía hostilidad a la homosexualidad por considerarla antinatural».
«Los
homosexuales que declaran su homosexualidad son, casi siempre, personas que
consideran su comportamiento o su estilo de vida homosexual como ´indiferente
o, sin más, bueno, y por eso digno de aprobación pública». Estos
normalmente usan el logan de la «discriminación sexual» como un arma política
para manipular la sociedad. Y el objetivo último es lograr la aprobación de sus
comportamientos homosexuales.
«Una táctica asumida por los movimientos homosexuales o "gay" es la de culpar de discriminación contra ellos a cuantos resisten a sus campañas pretendiendo "sexo libre" e igualdad absoluta para aspirar a cualquier cargo o función en la sociedad.» Para tratar de superar la poca vergüenza que les queda, algunos llegan a hablar de "orgullo gay", para ahuyentar en los no adictos el pudor que los aleja instintivamente de ese camino.
«Una táctica asumida por los movimientos homosexuales o "gay" es la de culpar de discriminación contra ellos a cuantos resisten a sus campañas pretendiendo "sexo libre" e igualdad absoluta para aspirar a cualquier cargo o función en la sociedad.» Para tratar de superar la poca vergüenza que les queda, algunos llegan a hablar de "orgullo gay", para ahuyentar en los no adictos el pudor que los aleja instintivamente de ese camino.
No está
justificado el maltrato a los homosexuales, como lo ha declarado también la
Iglesia en varias oportunidades. Pero esto no implica que la sociedad y en
particular los padres de familia no tengan derecho a impedir el proselitismo
que fácilmente pueden desarrollar los homosexuales militantes, si se les permite
ocupar cátedras con alumnos niños y adolescentes. La
criminalidad de la corrupción de menores es bastante extensa como para
ignorarla; ya que está comprobado que suele ser el camino de la iniciación en
las prácticas homosexuales, de las que luego no resulta fácil librarse.
Los padres de
familia, pues, tienen derecho a exigir a los institutos educativos que no
asuman como profesores a quienes son conocidos como homosexuales. Si la ley no
reprime las prácticas homosexuales penalmente mientras están restringidas a la
vida privada, esto no significa que los homosexuales no puedan ser excluidos de
la docencia, como tampoco se aceptan como cajeros de banco a los cleptómanos,
ni choferes a los ciegos.
Esto no viola
los derechos humanos, ni es discriminación injusta: no queremos que sean
maestros de nuestros hijos quienes pretenden que es normal la práctica de la
homosexualidad o la drogadicción o el robo. Esta actitud es tachada de
antievangélica y opuesta a la misericordia de Jesús; pero quienes lo dicen
olvidan que el Señor perdonaba a los pecadores arrepentidos, mientras que, de los
que escandalizaban a los niños dijo: "sería preferible que les ataran al
cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar".
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