lunes, 23 de junio de 2014

LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE ES…

¿Valentía o Imprudencia?

Cuántas personas pasan días y noches lanzando mentalmente agresivas cargas emocionales – cuando no calumniando - contra alguien y éste, ni siquiera se entera. Mientras la persona enojada se consume de rabia contra su prójimo, éste está bailando “en una pata” totalmente desligada de la “hirviente” enojada.

La inmensa mayoría de las veces no llegan al interesado los efectos de nuestro enojo y emociones destructivas, en tanto que estamos siendo lentamente aprisionados y carcomidos por nuestras propias debilidades. (ejemplo, le digo … no le digo).

El Evangelio aconseja como primera medida, llamar a la corrección fraterna. El registro bíblico enseña, no callar lo que consideramos incorrecto. No es tarea fácil. Por tanto, no sería extraño que quien realiza este acto de amor sea considerado “enemigo” por el que recibió la corrección.

Pero llamar a las cosas por su nombre no significa imponerse con una imagen inflada de uno mismo para constituirse en monopolizador de la verdad, es decir, que no soporte a nadie que disienta de su opinión y que cualquier criterio contrario interprete como actitud personal en contra, pues no debe descartarse la posibilidad que el “corrector”, esté sinceramente equivocado. Es oportuno recordar lo que dice San Juan Crisóstomo:

“Cuando te veo vivir…. contrario a la razón, ¿cómo te llamaré, hombre o bestia?”
“Cuando te veo arrebatar las cosas de los demás, ¿cómo te llamaré, hombre o lobo?”
“Cuando te veo engañar a los demás, ¿cómo te llamaré, hombre o serpiente?”
“Cuando te veo obrar neciamente, ¿cómo te llamaré, hombre o asno?”
“Cuando te veo sumergido en la lujuria, ¿cómo te llamaré, hombre o chancho?”
 Peor todavía, porque cada bestia tiene un solo vicio: el lobo es ladrón; la serpiente es mentirosa; el chancho es sucio: pero el hombre puede reunir los vicios de todos los brutos.”

En la vida son necesarias reglas morales. Los que rechazan la moral, el “prohibido prohibir”, son hipócritas libertinos. Ya lo dijo Ortega y Gasset: De la moral no es posible desentenderse. Y un acto moral verdadero es llamar a las cosas por su nombre, pues el grave problema actual no radica en aquello de “yo ko no hago el mal”. Mucho peor es, dejar de hacer lo que se debe, es decir, el bien. Corregir al que se equivoca es amar.

"El mundo es una montaña de mierda dice Mounier. Y lo que hay que hacer es limpiarla con las manos, pero sin ensuciarse el corazón".... "¿Por qué amar, incluso, a mi enemigo?. Porque el único error en la vida es no amar".

Todos los días, aquí y allá, nos encontramos con reverendos sapos del analfabetismo cívico (éste menosprecia olímpicamente cuanto ignora) y sin embargo creo que no hay que responder sino orando y laborando” parafraseando al Dr. Carlos Díaz. 

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