Catecismo de la Iglesia Católica (CIC)
Actualmente se habla con frecuencia,
aquí y allá, en este foro y en aquel, sobre el respeto de la Persona Humana.
Pontifican profesores, políticos, medios de información, etc. Sin embargo, la
persona humana es la más vilipendiada en sus derechos. Trabajadores de
distintos sectores, empleadas domésticas, profesores sin rubros, entretantos
más, viven reivindicando respeto y atención a sus reclamos.
A continuación,
algunos puntos del CIC que ayuda a iluminar y esclarecer esta complicada
cuestión:
1929. La justicia social sólo puede ser
conseguida sobre la base del respeto de la dignidad trascendente del hombre. La
persona representa el fin último de la sociedad, que está ordenada a él: La
defensa y la promoción de la dignidad humana “nos han sido confiadas por el
Creador, y de las que son rigurosa y responsablemente deudores los hombres y
mujeres en cada coyuntura de la Historia” (SRS 47).
1930. El respeto de la persona humana
implica el de los derechos que se derivan de su dignidad de criatura. Estos
derechos son anteriores a la sociedad y se imponen a ella. Fundan la
legitimidad moral de toda autoridad: menospreciándolos o negándose a
reconocerlos en su legislación positiva, una sociedad mina su propia
legitimidad moral (cfr PT 65). Sin este
respeto, una autoridad solo puede apoyarse en la fuerza o en la violencia para
obtener la obediencia de sus súbditos. Corresponde a la Iglesia recordar estos
derechos a los hombres de buena voluntad y distinguirlos de reivindicaciones
abusivas o falsas.
1931. El respeto a la persona humana
pasa por el respeto del principio: “Que cada uno, sin ninguna excepción debe
considerar al prójimo como “otro yo”, cuidando en primer lugar de su vida, y de
los medios necesarios para vivirla dignamente” (GS 27,1).
Ninguna legislación podría por si misma
hacer desaparecer los temores, los prejuicios, las actitudes de soberbia y de
egoísmo que obstaculizan el establecimiento de sociedades verdaderamente
fraternas. Estos comportamientos solo cesan con la caridad que ve en cada
hombre un “prójimo”, un hermano.
1932. El deber de hacerse prójimo de los
demás y de servirlos activamente se hace más acuciante todavía cuando estos
están más necesitados en cualquier sector de la vida humana. “Cuanto hicisteis
a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mi me lo hicisteis “(Mt 25,40).
De aplicar algunas recomendaciones de
CIC a nuestro sistema operativo, es decir, a nuestras costumbres, no hubiéramos
lamentado tantas inconductas. Todo lo expresado precedentemente es verdad,
verdad que ha de ser expresada, aun cuando cause molestia.
Aseguraba con razón Max Muller que: La verdad necesita ser repetida mientras
haya hombres que no creen en ella. Y afirmaba Gandhi: “La verdad de unos pocos quedará; la falsedad de millones se dispersará,
cual paja seca al soplo del viento”.
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