¿Sodomía, vicio, enfermedad..?
Seguimos con el P. Loring en “Para
Salvarte”: Cristo perdonó
a la adúltera, pero le dijo que no pecara más». La
Comisión Permanente del Episcopado Español publicó una nota el 24 de junio de
1994 donde se dice: «El homosexual, como persona humana que es, es digno de
todo respeto inherente a la persona humana» ; «pero la inclinación homosexual,
aunque no sea en sí misma pecaminosa, debe ser considerada como objetivamente
desordenada; ya que es una tendencia, más o menos fuerte, a un comportamiento
intrínsecamente malo desde el punto de vista moral» (nº 7).
La razón del
aparato genital es la generación. Y el ejercicio del sexo en un homosexual no
tiene nada que ver con la generación. Dice Marc
Oraison: «No vacilo en afirmar que la
realización de la pareja homosexual es de por sí imposible».
Para el Dr. John Loraine, de la Universidad de Edimburgo, donde está encargado de la Cátedra de Endocrinología, el homosexual es un enfermo cuyas hormonas sexuales se han desquiciado. Tras sus experimentos, Loraine, afirma que el homosexual es un paciente para los endocrinólogos, pues sufre una serie de trastornos fisiológicos gonadales que hoy pueden medirse a la perfección.
«Hay que
reconocer que, fuera de algunos casos de perversión voluntaria, en la mayor
parte de los homosexuales, su tendencia desviada debe ser considerada como una
enfermedad. De aquí que, por una parte, se merezca todo el respeto y la ayuda
que como a personas humanas les es debida; pero, por otra, la sociedad, por
todos los medios adecuados, deba defenderse de su devastador contagio, tan
pernicioso y destructivo para la naturaleza humana en su presente y en su
futuro»
Hay mujeres que tienen el vicio de saciar su apetito sexual con otras mujeres. Esto es una aberración. El afecto de dos muchachas no debe repercutir en los órganos genitales. Si es así, esa amistad es desaconsejable. La homosexualidad en la mujer se conoce desde seiscientos años antes de Cristo en la isla griega de Lesbos. Por eso a la mujer homosexual se le llama lesbiana.
Hay mujeres que tienen el vicio de saciar su apetito sexual con otras mujeres. Esto es una aberración. El afecto de dos muchachas no debe repercutir en los órganos genitales. Si es así, esa amistad es desaconsejable. La homosexualidad en la mujer se conoce desde seiscientos años antes de Cristo en la isla griega de Lesbos. Por eso a la mujer homosexual se le llama lesbiana.
Hay que
distinguir entre la auténtica lesbiana que busca otra mujer para su actividad
sexual, y el afecto muy frecuente en adolescentes hacia mujeres mayores que
ellas por las que llegan a sentir verdadera adoración; pero con ausencia total
de actividad sexual. Esta tendencia desaparecerá en cuanto se enamoren de un
hombre. La heterosexualidad es una inclinación de la misma naturaleza personal
del hombre.
Los defensores
de la homosexualidad generalizan
esta tendencia queriéndola hacer pasar
como una sexualidad distinta pero natural, y así poder actuar libremente sin
restricciones a su tendencia. Para eso incluyen entre los homosexuales a todos
los que han tenido alguna vez alguna experiencia homosexual. Pero esto no es
serio.
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