viernes, 6 de junio de 2014

HABLO MUY MAL

Y… ¿QUÉ PIO TANTO CHAMIGO…?

Y “qué pio tanto” o “qué pio tiene” son expresiones que frecuentemente utilizo para desculpabilizarme por mis incorrectas expresiones. Es quizá por la poca importancia que le doy al idioma y al correcto hablar. Los medios de información, tele, radio y medios escritos, ayudan en muchos casos, a vulgarizar mi lenguaje. Algunos ejemplos:

Voy a subir arriba”, en lugar de, “voy a subir; ya subo o estoy subiendo”, pues subir siempre y sólo será hacia arriba. “Hace un mes atrás”, es inútil redundancia, porque si hace un mes, cualquiera sabe que, es atrás – ni es presente, ni futuro.

Otra expresión tan mal utilizada, incluso por “intelectuales”: “Conjuntamente con”. Esta expresión es redundancia, pues es lo mismo y mejor decir: “juntamente con”. ¿Por qué nos obstinamos en el errar, siendo más fácil decir bien, mejor y más breve?

Regreso en breves minutos”. Debo aprender que lo correcto es decir: Regreso en pocos minutos, porque todos los minutos, en este y aquel continente, siempre duran sesenta segundos, ni más ni menos. No existen minutos más cortos ni más largos.

Debe de hacer” “Debe de decir, en lugar de sencillamente decir: Debo hacer o decir. La preposición “de” en este caso, produce efecto desagradable. “Le voy a decirle”, cuando lo correcto es, “voy a decirle, le digo…”

Le vuelvo a reiterar”, es otra expresión que compite por el primer puesto. Le reitero es la expresión correcta. Reiterar significa volver a decir o hacer una cosa. Es decir, Repetir. Por tanto, “vuelvo a reiterar” es redundancia.

Y nada digamos de expresiones avaladas por lo “políticamente correcto” cuando llegaron para romper lengua como las de “niños y niñas”, “amigos y amigas”, “paraguayos y paraguayas”, los “miembros y las miembras”. Estos términos son incorrectos y desagradables.Esto es basura!, aunque lo expresen periodistas, profesores, y demás ejemplares de nuestra patética intelectualidad.

Finalmente, los vocablos “poyo”, pollo, “yuvia”, lluvia, “estoy yegando”,  estoy llegando, y demás aberraciones, serán temas de un próximo capítulo.

Ya que he tomado conciencia de mis serias limitaciones en el manejo del vocablo, intentaré corregirme paulatinamente, pues quien advierte su error y no lo enmienda, está condenado a recibir el indigno trofeo de la mediocridad. Como conductor de un programa radial, me pregunto si quienes hablamos, pensamos en la correcta expresión de lo que decimos, o sencillamente esperamos que la audiencia lo entienda, aunque lo que decimos, lo digamos mal.

Hasta aquí mi agriada ironía. Amable lector, por favor, toléreme. 

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