Y… ¿QUÉ PIO TANTO CHAMIGO…?
Y “qué pio tanto” o “qué pio
tiene” son expresiones que frecuentemente utilizo para desculpabilizarme por mis
incorrectas expresiones. Es quizá por la poca importancia que le doy al idioma
y al correcto hablar. Los medios de información, tele, radio y medios escritos,
ayudan en muchos casos, a vulgarizar mi lenguaje. Algunos ejemplos:
“Voy a subir arriba”, en lugar de, “voy
a subir; ya subo o estoy subiendo”, pues subir siempre y sólo será hacia
arriba. “Hace un mes atrás”, es inútil redundancia, porque si hace un mes,
cualquiera sabe que, es atrás – ni es presente, ni futuro.
Otra expresión tan mal utilizada, incluso
por “intelectuales”: “Conjuntamente con”. Esta expresión
es redundancia, pues es lo mismo y mejor decir: “juntamente con”. ¿Por qué nos
obstinamos en el errar, siendo más fácil decir bien, mejor y más breve?
“Regreso en breves minutos”. Debo aprender
que lo correcto es decir: Regreso en pocos minutos, porque todos los minutos,
en este y aquel continente, siempre duran sesenta segundos, ni más ni menos. No
existen minutos más cortos ni más largos.
“Debe de hacer” “Debe de decir”, en lugar de
sencillamente decir: Debo hacer o decir.
La preposición “de” en este caso, produce efecto desagradable. “Le
voy a decirle”, cuando lo correcto es, “voy a decirle, le digo…”
“Le vuelvo a reiterar”, es otra
expresión que compite por el primer puesto. Le reitero es la expresión
correcta. Reiterar significa volver a decir o hacer una cosa. Es decir, Repetir.
Por tanto, “vuelvo a reiterar” es
redundancia.
Y nada digamos de
expresiones avaladas por lo “políticamente correcto” cuando llegaron para romper
lengua como las de “niños y niñas”, “amigos y amigas”, “paraguayos y paraguayas”,
los “miembros y las miembras”. Estos términos son incorrectos y desagradables.Esto es basura!, aunque lo expresen periodistas, profesores, y demás ejemplares de nuestra
patética intelectualidad.
Finalmente, los vocablos “poyo”,
pollo, “yuvia”, lluvia, “estoy yegando”, estoy llegando, y demás aberraciones,
serán temas de un próximo capítulo.
Ya que he tomado conciencia de mis
serias limitaciones en el manejo del vocablo, intentaré corregirme
paulatinamente, pues quien advierte su error y no lo enmienda, está condenado a
recibir el indigno trofeo de la mediocridad. Como conductor de un programa
radial, me pregunto si quienes hablamos, pensamos en la correcta expresión de
lo que decimos, o sencillamente esperamos que la audiencia lo entienda, aunque
lo que decimos, lo digamos mal.
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