martes, 24 de junio de 2014

LOS TRES FILTROS DE SÓCRATES

Para pensar un poquito en el día de San Juan

Un día, un conocido que se llamaba Impulso se encontró con Sócrates y se produjo el siguiente diálogo:

Impulso: ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?

Sócrates: Espera un minuto. Antes de decirme cualquier cosa, quisiera pedirte que pasaras un examen. Es el llamado examen del “Triple Filtro”.

Impulso:  ¿Triple filtro?

Sócrates: ¡Correcto!. Antes que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea tomarnos un momento y filtrar lo que vas a decir. Es por eso que se llama el examen del triple filtro. 
El primer filtro es “la Verdad”. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?

Impulso: No”, dijo el hombre…. Realmente escuché por ahí sobre eso…… y……

Sócrates: Muy bien. Entonces.. ¿No sabes si es cierto o no lo que me vas a decir?
Ahora, permíteme aplicar el segundo filtro, el de la “la Bondad
¿Es algo bueno lo que quieres decirme… de mi amigo?

Impulso: “No”, todo lo contrario…..

Sócrates: entonces tú deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro que sea cierto. Queda un tercer filtro, el de “la Utilidad
¿Será útil para tí, para mí o para la humanidad lo que quieres decirme… de mi amigo?

Impulso: “No”, realmente no…. es que……pero…..

Sócrates: ¡Bien!.. en tal caso, si lo que deseas decirme no es CIERTO, ni BUENO, ni ÚTIL para nadie…entonces..¿por qué decírmelo?

Tenemos que admitir honradamente que, con demasiada frecuencia, estamos fallando en el doble sentido de la palabra: juzgar y equivocarse……como estos dos simples ejemplos:

1) “Aquella familia pasaba un día en la playa. Apareció un anciana algo extraña y mal vestida que recogía algo del suelo y les sonrió. Los padres dijeron a sus hijos: ¡no se acerquen a ella!. Más tarde supieron que limpiaba la playa de vidrios rotos para que los niños no se hirieran los pies”.

2) “Como aquel buen cristiano, devoto y cumplidor, que de repente, empezó a desparecer misteriosamente los fines de semana. Pronto comenzaron a murmurar: ¿Quién sabe dónde iría, qué estaría haciendo y…..? Luego se enteraron que atendía a una mujer paralítica, limpiando su cabaña y preparándole comida para toda la semana”.

Conclusión: No juzgar, no condenar…porque las apariencias muchas veces engañan. Debemos ser cautos y dejar el juicio para el Único que tiene poder y autoridad para juzgar: ¡Dios! Así las cosas, rechacemos, ahora mismo ese “síndrome de diocesillo” que tanto destruye al hombre tonto. 

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