Según la “Ingeniería” Verbal (uso engañoso del lenguaje) (II)
Como se había ya señalado
precedentemente, organizaciones que
fueron creadas para ayudar al ser humano, paradójicamente se vuelven en contra
del hombre. Así, la “salud reproductiva”, en vez de evitar, por ejemplo, la
discriminación de los discapacitados en la sociedad, parece que quiere evitar
que nazcan más discapacitados, que es mejor abortarlos para “ahorrar
sufrimientos”. Eso se llama eugenesia y lo hicieron, por ejemplo, los nazis
para mejorar la raza.
“Es reciente – publica (“El Pescador” –
Catholic.net 17.12.2006”), la adopción de forma definitiva del texto de la Convención
sobre los Derechos de las Personas Discapacitadas por la Asamblea General de
las Naciones Unidas. Pero la Santa Sede hace presente, por medio del arzobispo
Mons. Celestino Migliore, Observador permanente ante la ONU, que no puede
suscribirla a causa del artículo 25 sobre la salud, en particular por la
referencia sobre la “salud sexual y reproductiva”, aun compartiendo su objetivo
de asegurar una completa integración de las personas discapacitadas en la
sociedad”.
Mons. Migliore, ha explicado que la
Santa Sede se opone a la inclusión de esta expresión porque en muchos países,
los servicios de “salud reproductiva” incluyen el aborto, negando pues el derecho
a la vida de todo ser humano.
“Es trágico – ha dicho el Nuncio
apostólico en su intervención – que mientras un defecto del feto es una
condición para autorizar el aborto, la Convención creada para proteger a las
personas con disminuciones de cualquier discriminación en el ejercicio de sus
derechos, pueda ser usada para negar el básico derecho a la vida de personas
minusválidas no nacidas”.
“Proteger los derechos, la dignidad y el
valor de las personas con discapacidades continúa siendo unos de los puntos
principales de la Santa Sede” ha subrayado Mons. Migliore. “A pesar de los
útiles artículos que contiene la Convención, la Santa Sede no puede firmarla”.
Cuando hablamos de “palabra-trampa o ingeniería
verbal” estamos refiriéndonos a un eufemismo que, lejos de ayudar, perjudica, pues
el uso engañoso del lenguaje, distorsiona la verdad.
Naturalmente, no es descabellado esperar
que la Iglesia y los cristianos de bien, sean “ametrallados” con acusaciones y demás
“dardos venenosos” de una minoría radical.
No se puede negar que los pobres molestan a los acomodados y satisfechos sociales.
Tampoco se puede negar, válidamente, que buscar “hijos a la carta” (eugenesia),
es una práctica, aunque callada, constante, en cualquiera de sus formas.
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