Según la “Ingeniería Verbal" (uso engañoso del lenguaje) (I)
Dicen Sylvia Jiménez y Magaly Llaguno (Catholic.net), que El Dr. Bernard Nathanson, un obstetra pro-vida, que en el pasado fue director del abortuario más grande de Estados Unidos, reconoce el poder de la manipulación del lenguaje. Nathanson advierte: “La ingeniería del lenguaje siempre precede a la ingeniería social”.
Por ejemplo, ¿qué quiere decir el término “reproductiva”?. Según el diccionario Webster, “reproducción” significa “el proceso por el cual los animales y las plantas producen nuevos individuos”.
Sin embargo, la IPPF (Federación Internacional de Paternidad Planificada) y sus aliados han torcido el significado de las palabras. Para ellos, el término “salud reproductiva” en realidad significa impedir el proceso natural de la reproducción, que tiene lugar desde la concepción hasta el nacimiento. Utilizando el eufemismo “salud reproductiva”, promueven la anticoncepción y el aborto, pero ambas cosas son anti naturales y contrarias a la salud.
Otro término engañoso que utilizan la IPPF y sus aliados es la contradicción en términos “aborto seguro”. El aborto nunca es seguro para el indefenso bebé no nacido, ni tampoco lo es para la madre --ya sea desde el punto de vista físico, mental o espiritual.De hecho, los que promueven el aborto estimulan a los profesionales de la medicina a que desafíen las leyes que limitan el aborto. Para ello, utilizan expresiones como la siguiente: “Donde las leyes sean restrictivas, los médicos podrían prestar sus servicios a un mayor número de mujeres, si conociesen la ley y si la interpretasen lo más ámpliamente posible. Precisamente, en febrero de 1994, se estableció la Organización Internacional de Médicos Parlamentarios (por sus siglas IMPO). Ésta, dice el documento elaborado por Jimenez y Llaguno, promueve este tipo de actividades, estrategias y objetivos a favor del aborto. Para ello usa el camuflaje de la “salud reproductiva”.
Pero la cosa no se detiene ahí. Los que promueven vigorosamente el aborto y la anticoncepción bajo el disfraz de la “salud reproductiva” reclutan no sólo a médicos, a otros trabajadores de la salud, a educadores y a legisladores para que promuevan más aún su causa; también intentan engañar y utilizar a cualquiera -en particular, a líderes religiosos- para obtener credibilidad.
Todo lo anterior implica que el aborto legal y “seguro” es considerado, por la IPPF y sus aliados, un “servicio de salud reproductiva”. La lógica consecuencia de esta descabellada afirmación es terrible: el acceso al aborto, como a cualquier otro “servicio de salud”, es un “derecho humano” fundamental al cual ninguna autoridad - nacional, religiosa o de ninguna otra índole – puede sustraerse. Estimado lector cristiano, ¡usted tiene la palabra!.
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