lunes, 27 de mayo de 2013

CARENCIA ÉTICA DEL HOMBRE PÚBLICO

Terrible azote social

El diario ABC color de fecha 26.05.13, refiere, entre otras: “Por un Estado austero y sin garrapatas”… “La señora Raquel Marín ha revelado que exigió quince mil cargos para sus correligionarios, a cambio del apoyo de su partido a la Alianza Paraguay Alegre” (…)

¿Qué ha sido de la Ética Profesional?. “El que practica la virtud de la laboriosidad profesional hace lo que debe y lo hace bien, no por rutina ni por ocupar las horas, sino como fruto de una reflexión atenta y ponderada”. ¿Cuántos brillantes egresados de todas las carreras y colores hacen vida esta verdad en la función pública? Causa probable:

Los enunciados de la “ética profesional” desarrollados en nuestras anarcisadas escuelas, no pasa de un compendio estériles declaraciones líricas. Por consiguiente, si el más alto “nivel de la inteligencia” no hace lo que debe y, hace mal cuando lo hace, ¿qué ha de esperarse del “no instruido”?. Así las cosas, este desorden moral establecido que nos empuja vertiginosamente hacia el precipicio de la nada, podemos entenderla desde tres capas o niveles, dirá Mounier:

Inmoralidad: La manera más superficial de entender la desmoralización es explicándola en términos cuantitativos. Se comete todo tipo de tropelías a sabiendas y sin pudor, quizá por que el imaginario colectivo “respira” una Democracia Numérica o Cuantitativa. “Muchos hacen lo mismo...yo, también” ¿Cómo medir la salud moral de un grupo humano? La estadística no es una valoración en moral.

Permisividad: Nuestra sociedad es de signo permisivo, una especie de sociedad “hipócritamente amable y pluralista” y lleva consigo la “tolerancia” – palabra prostituida - que repercute profunda y negativamente en nuestra manera de vivir o de ¿sobrevivir?.

Esta “tolerancia” de nuestra caida sociedad tiene dos manifestaciones principales: La permisividad social y la permisividad jurídica. En la primera, conductas reprochables del ayer, tienen hoy impúdico espacio sin que provoque la reacción de los “buenos”. ¿Cuántas acciones “non sanctas”, sin embargo, son socialmente aceptadas?. En cuanto a la permisividad de tipo jurídico, los valores morales y cristianos, no pocas veces son avasallados por la ley positiva. Ej: Aborto terapéutico, delincuentes con frondosos antecedentes favorecidos con medidas sustitutivas, entre otras lamentables como grotescas acciones u omisiones, que adornan nuestra moral liliputiense.

La sociedad permisiva es una sociedad falsamente libre, pues todo lo permite y nada garantiza. Por eso en ella prospera la delincuencia organizada, se propaga la droga, y otros múltiples males. Una sociedad hedonista, violenta y erotizada tiene su raíz en la permisividad, que no es sino, un auténtico absolutismo del libertinaje.

Amoralidad: Llegamos ahora a la interpretación más profunda del nivel ético. Aparece hoy un hombre totalmente vacío de valores, perdido en la enfermiza angurria del “tener”, aprovechando el cargo. Si Ética es el “arte de vivir para ser mejores”, al decir de Sócrates o, el de “camino para alcanzar la beatitud”.... ¿Por qué no tomar carrera hacia esta meta ¡AHORA!. 

Ayunemos, pues, de la mala praxis que nos domina, porque todos, absolutamente todos, podemos cambiar... si queremos. Para el logro de este titánico objetivo, la respuesta es volvernos a Dios.

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