miércoles, 22 de mayo de 2013

EDUCACIÓN vs INSTRUCCIÓN


Preguntas indigestas.... para reflexionar

¿Son nuestros profesores ejemplos en el espíritu de servicio? ¿Es coherente, su decir” con su “hacer”? ¿Cuántos profesores carecen de autoridad moral para inculcar a sus alumnos normas de conducta en aula?. Un docente impuntual que deifica la llegada tardía, por considerarla “sólo un mal menor” entre tantos, solo podría ser un eficaz “informador de contenidos”, así como excelente “deformador”.

Hace rato, asistimos a un acelerado proceso de deshumanización, materialismo,  relativismo, competitividad y marcado acento individualista. El nuevo “becerro de oro”: histriónico-curriculismo-académico, que poco habla de lo real, convoca, interpela y exige al docente, como al estudiante, participar de la “loca carrera” por obtener cartones y más cartones, que acrediten al “acartonado” poseer vasta información, aunque no siempre, formación. Es urgente, entonces, redimirnos de este mal que nos asigna el tristemente célebre deshonor de ser un país “cartoncrático”

Amar es ayudar, promocionar al otro con delicadeza, pero con firmeza. Cobardía eterna es proteger el “yo”, ignorando y callando lo que no está bien, para no caer mal, prefiriendo ser, como dicen algunos alumnos, un prosor calidá antes que cumplir con su misión. Tal profesor, que a pesar de “caer bien” al alumno y éste le sonría,  interiormente lo despreciará por su falta de hombría y honestidad.

La historia nos recuerda el trágico resultado que produjo la débil conducta moral de Pilato, quien por proteger demasiado su “yo”, para no quedar “mal” ante la opinión de los demás, traicionó la Inocencia personificada, Jesús, dando inicio a la gran mentira que mató la Verdad. Pilato sabía que Jesús era inocente, pero su cobardía pudo más.

¡Cuántos profesores también matan hoy la “verdad” con su irresponsabilidad y cobardía!. Los alumnos confiados a nuestra responsabilidad, son sujetos de amor y de respeto, y debemos “auparlos sobre nuestros hombros”, para que vean el mejor horizonte, “un horizonte mejor”, al decir del profesor C. Díaz. Pero hay que educarlos.

Educar no es sólo decir, es despertar personas. Educar no es instruir solamente, es lograr mutar hábitos. Amistad y magisterio comparten morada. Nos reclamamos, por ende, educadores-educandos porque preexiste en cada uno de nosotros, tanto una necesidad de enseñar, como de ser enseñados. Esto enseña el Personalismo Comunitario de Mounier.
 
Así las cosas, es posible comprender lo profundamente perjudicial que resulta para la educación del niño o adolescente, que el educador, padre o maestro, se guíe sólo por el criterio del gusto y pensamientos inmaduro de muchos educadores y del permisivismo insano en boga hoy. En la medida que seamos educados - no solo instruidos-, irán desapareciendo las cárceles.

Nuestra era, tan abundante en aulas, como deficiente en maestros, ha de aprender a enseñar de otro modo, sustituyendo el magisterio de la sospecha, por el ministerio de la magnanimidad, que consiste en servir creyendo lo que se dice”

Asumo con el Dr. Carlos Díaz que, decir lo que digo, puede colocarme automáticamente en la más incómoda posición de “retrógrado, antiprogresista y transnochado”. No es necesario ser tan lúcido para ver y sentir cuan enferma está nuestra “educación”, pero sí, hace falta coraje para expresar lo que todo el mundo sentimos y sabemos”

Peor es callar, el costo lo pagarán más caro aún nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, y por ende, nuestra sociedad..

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