Terrible desafío
Se oye decir que la vida no se nos da acabada, hecha como una camisa confeccionada a nuestro gusto y medida. Esta vida la tenemos que vivir, es decir, tiene que ser vivida por nosotros, lo que en sí ya plantea, en la mayoría de las veces, un problemón.
Paradójicamente, el homo sapiens es el ser más necesitado de la creación, en sus comienzos. Los seres irracionales no crean problemas, porque toda su vida ya está solucionada por los mecanismos instintivos de su propia naturaleza.
Podríamos decir que los animales (perro, caballo, etc.) viven plenamente realizados, porque nunca experimentan frustración o aburrimiento. Ellos no necesitan ocuparse de unas buenas relaciones inter-animales, ni sufren de baja autoestima, ni padecen por amor o desamor. No tienen conciencia de nada, y aunque saben... no saben que saben. Y por eso quizá, a ninguno de ellos se le ocurre suicidarse.
El hombre, sin embargo es conciencia de sí mismo. Es auto-consciente, agente y autora de sus actos. Y sabe que se siente necesitado, desde el primer minuto de haber nacido. Nace hambriento, indigente y con tendencias al mal.
El hombre, ser dotado de libertad, inteligencia y voluntad debe utilizar estas cualidades con altura y responsabilidades propias de alguien inteligente, es decir, debe poseer autodominio. Y cuando toma conciencia de sus limitaciones por no dominar sus impulsos, perturba su paz interior, lo que no ocurre con los animales. La razón, dice E. Fromm, es para el hombre, al mismo tiempo su bendición y su maldición.
Vivir una vida esclarecida, armoniosa y pacífica supone trabajar por superarse en lo personal, laboral, social y espiritual. Un gran problema que no tienen los otros seres. Hace muchos siglos decía Epicteto, filósofo griego del siglo I: “Ningún hombre es libre si no es dueño de sí mismo”
Sólo el ser humano es capaz de distanciarse de sí mismo y analizar lo bueno y lo malo de sus actos. Esto no lo pueden hacer los perros, tampoco los elefantes, ni siquiera los monos, nuestros “parientes más cercanos”. Por eso, vivir la vida es un constante desafío.
Una de las cualidades importantes para vivir la vida con plenitud, podría resumirse así: “En el último momento de tu vida, más allá de lo que hayas conseguido, casas, estancias, flota de autos, y demás bienes materiales, la calidad de tu vida se reducirá exclusivamente a la calidad de lo que aportaste, lo que diste y de cuánto te brindaste, ayudando al prójimo”.
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Porque no hay nada noble en tener y ser superior a los otros. La verdadera nobleza radica en ser superior a tu antiguo yo. Así reza aun proverbio. Así piensa un hombre con mente bien entrenada.
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