¿Es rentable ser honesto?
Ser justo significa
reconocer al otro en cuanto otro, es decir, estar dispuesto a respetar cuando
no se puede amar. La justicia enseña que hay un “otro” que no se confunde
conmigo, pero que tiene derecho a lo suyo. El individuo justo es tal en la
medida misma en que confirma al otro en su alteridad y procura darle lo que le
corresponde, lo que le es debido y no lo que se quiere dar. (cfr. Josef Pieper – Las Virtudes Fundamentales).
“La corrupción de la justicia tiene dos
causas: la falsa prudencia del sabio y la violencia del poderoso”. (S. Tomás de Aquino). De entre los muchos
nombres que se le da a la infelicidad del hombre, la miseria más grande que
puede sufrir una persona es la injusticia. Sin embargo, en nombre de la
justicia, la dignidad humana es violentada. Pero, ¿qué es dar a cada uno lo
suyo, según se cacarea hasta el cansancio?.
Justicia no es “decir” pero
no “hacer”, o hacer lo contrario de cuanto se dice. No es asegurar ni “ladrar”
que hay Constituciones, que la actuación tal es “conforme a derecho”, que somos
todos libres e iguales ante la ley, palabras que se vuelven cadáveres
putrefactos en boca de muchos profesionales del derecho; mientras las cárceles,
en porcentaje mayor están pobladas por los más pobres y no por los más ricos, y
éstos últimos, además, salen de ellas
mucho antes habiendo cometidos delitos mayores.
Augusto Hortal nos recuerda en Ética
General de las Profesiones p. 152: “Es justo dar a cada ser humano lo que le corresponde en
razón de diferentes títulos que cabe alegar para decir por que algo se le debe
en justicia":
En primer lugar, por ser hombre,
necesitado del reconocimiento y la ayuda de otros hombres para llegar a ser
plenamente humano. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad
y derechos. “Nadie es más que nadie”. Por ahí empieza la justicia. Esto exige
respetar los derechos inherentes a la dignidad personal (autonomía), cuidar de
la vida frágil por ser la vida frágil de un ser humano, del que hay que alejar
los daños y males (no maleficencia) y al que hay que facilitar su desarrollo y
promoción (beneficencia)
En segundo lugar, por contrato que
acompaña las relaciones del profesional con su cliente en determinados
supuestos y circunstancias; también del profesional con el centro, institución
u organismo en el que trabaja; mediante ese contrato implícito o explicito, el
profesional contrae y acepta obligaciones que debe cumplir; el cliente o
usuario tiene o adquiere derechos que hay que respetar;
En
tercer lugar, por mérito contraído en razón de lo que ha hecho, del
esfuerzo o trabajo realizado, etc. En cuarto lugar por participación
proporcional en las cargas y beneficios que a todos atañen. Y por fin, también
por ley, establecida por la autoridad competente, favorecer las condiciones de
vida de todos, tratando los mismos casos de la misma manera (…) y tratando de
compensar las desigualdades.
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