domingo, 4 de mayo de 2014

AMOR

Vocablo ingeniosamente prostituido


En estos tiempos posmodernos, donde todo se ha relativizado y convertido en light, el “morirse” por un amor es casi rutinario. Ahora los jóvenes y niños, incluso, frecuentan el amor físico con tanta facilidad y precocidad, considerando la función amatoria como un juego placentero (puro acto  perruno, como lo definiría un colega).

Ya lo sabemos, el Eros o la pasión por la carne no es el ágape, no es el amor en su pureza y profundidad espiritual que busca el bien del otro. El CIC (Catecismo de la Iglesia Católica Nº 2360 expresa: “La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el Sacramento”.

Fuera del matrimonio, todo acto sexual, atenta contra el sexto mandamiento que dice: “No fornicar”. Hoy esto suena “ridículo, perimido y medievalesco”, que mueve a burla y desprecio de quienes ven en “el hacer amor” un simple acto biológico. La sexualidad no se reduce a la genitalidad, solamente.

El ágape representa el amor de Dios, y por lo tanto es el único verdadero amor, en el sentido estricto y total de la palabra. Amor es afección, suavidad, cariño solidaridad hacia el “otro”. No posesión del otro. Quizá sea oportuno reflexionar sobre “El amor y la sexualidad”  

Se oye decir que el amor no nace de la sexualidad; el amor tiene que crecer hacia ella. Tiene que existir antes. El amor que no quiere aprender, es egoísta. El amor maduro no intenta dominar a los demás, los deja en plena libertad.

Pero las estadísticas tienen una versión diferente. ¡Ojo con las estadísticas acerca de temas íntimos! La inocencia de los niños es un llamado a educar en valores y responsabilidad antes que sea demasiado tarde ¿O ya lo es?.

Nuestra enseñanza moral debe ser positiva y no defensiva. Es necesario enseñar a los adolescentes la verdad abierta, clara y respetuosamente. Nuestro trabajo es enseñar a tener fe, no a dudar, aunque ello nos de fama de retrógrados.

Cuando los medios de comunicación social y ciertos “intelectuales detergentes” presentan el uso del preservativo como un acto de responsabilidad y de solución al problema del SIDA, están invitando a niños y jóvenes a hacer lo que les gusta, solo para evitar enfermedades o embarazo.

El sexo no es sucio; no es un chiste, tampoco es tan simple como para complacerlo porque sí nada más. La sexualidad humana es más que sexo. El sexo se sirve del otro, el amor sirve al otro.

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