Dice Xosé Manuel Domínguez Prieto. Tras
sufrir las dos guerras mundiales, ante la fuerza aniquilante de fascismos y
marxismos (…) ante el individualismo en el que se disolvía la persona, Mounier
cree necesario, no un cambio, sino una Revolución.
Pero no al modo marxista, violenta y
sólo política, sino radical. Es necesaria la revolución de las
estructuras sociales, políticas, económicas. Pero imprescindible, y previa, una
revolución personal.
¿No resulta hoy un poco exagerado eso de
tener que hacer una Revolución? ¿No sería más razonable, si fuera menester,
hacer algún ajustito en el sistema o en mi persona y nada más?
Lo malo es que, según nos dice el
pensamiento posmoderno, la persona de hoy ya no cree en nada, carece de cosmovisiones
últimas: ni religión, ni ideología, ni sistema moral. Le falta el asidero de
unas creencias trascendentes que marquen un horizonte.
Y esto, a juzgar por diversos síntomas
que todos podemos verificar (incluso, quizá en nosotros): a) Carencia de capacidad
crítica, b) Relativismo, c) La persona creyendo ser libre y dueña de sí, se
deja guiar por sus impulsos, caprichos, ideas o modas dominantes.
¿Pero, la persona no cree en nada? ¿Ya
no se cree en Dios, ni en el hombre?. Pero se hacen firmes las creencias en
muchos ídolos. Por eso, la mayor parte somos futbólatras, somatólatras o
tecnólatras.
Tal y como describe Mounier en “Revolución
personalista y comunitaria”; el capitalismo es un sistema y cosmovisión en la
que se dan, entre otras, las siguientes características:
a) Primacía de la productividad sobre la
persona (la persona se convierte en productora y ávida consumidora); b)
Primacía del dinero; c) Preponderancia del beneficio (todo vale con tal de que
la empresa, el país o la persona sean competitivas y rentables).
En conclusión: con este sistema, lo que
es medio para la persona (la economía), se transforma en fin en sí, pasando la
persona de ser un fin en sí, a ser medio.
¿Cuáles son los efectos en las personas
de este sistema asumido acríticamente? a) Actitud neurotizante: hay que ser
competivivos, tener excelente currículum, ser agresivo, formado en idiomas e
informática. Lo afectivo y lo moral quedan olvidados. Resultado: inmadurez, persona
especializada en lo intelectivo y profesional, infantil en lo moral. El «buen
profesional» lo es a costa de su cuerpo, de su espíritu, de su familia:
a) La persona queda reducida al
personaje laboral. b) Individualismo: los otros o son ayuda para mi realización
o son obstáculos. Yo, ante todo, tengo que realizarme.
El infierno es el otro si no ayuda a
este fin. Ya no hay ideales comunes c) Quietismo político: el ciudadano no debe
comprender, actuar, pensar. Ya piensan y actúan por él los políticos, los
expertos en «marketing» d) Consumo como modo de vida.
¿Qué es Revolución Personal? Es el proceso que nace en
cada instante de una toma de mala conciencia revolucionaria, de una rebelión
dirigida en primer lugar por cada uno contra sí mismo, sobre su participación o
su propia complacencia en el desorden establecido.
Sobre la separación que tolera entre
aquello a lo que sirve y aquello a lo que dice servir, y que se desarrollará,
en un segundo momento, en una conversión continuada de toda la persona
solidaria de sus palabras, sus gestos, sus principios, en la unidad de un mismo
compromiso»
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