Hace décadas, oí esta expresión: “Educación
es un tema de nunca acabar” Por ello comparto conclusiones de referentes
de talla en la materia. Este tiempo del Covid-19, delata, que la tal educación
está con presunción de óbito, a juzgar la conducta del homo sapiens hoy.
La pregunta del millón: ¿Por qué muchos
con conductas irresponsables, cual criminales matones violan normas
establecidas por las autoridades que nos protegen del asesino coronavirus? Por
falta de ¡EDUCACIÓN!
Al punto, un imbécil podría retrucar: ¡Claro
que no!... ¿cómo que falta de educación?...si en el país, la mitad más
uno accede a la escuela, en todos los niveles (…) Escuetamente respondo: “La
escuela instruye” (en general: mal) La Educación: ¡muta conducta!
“Educar es comunicar conocimientos y
promover actitudes (...) Luego, hay que distinguir dos facetas. 1º) la información
y 2º) la formación. El 1º consiste tan solo en la suma de una serie de
datos y manifestaciones específicas, el 2º va más allá”. dice Enrique Rojas, Psiquiatra.
La educación debería iniciarse en casa. “Los niños
necesitan aprender en el seno familiar, normas elementales de convivencia, reglas
morales imprescindibles para su ulterior desarrollo social”.
“El miedo de ciertos padres actuales a
aparecer frente a sus hijos como autoritarios les hace prescindir de cualquier regla de comportamiento doméstico, incluso de aquellas normas
indispensables de civilidad, llamadas de urbanidad”.
“Esta incapacidad de ciertos padres para
hacer uso de una legítima autoridad en la transmisión de los valores esenciales
(...) constituye uno de los dramas fundamentales de la sociedad actual”. (Juan
Pablo II- Encíclica Familiaris Consortio nº 86)
La educación lleva al hombre a practicar
el bien. “La virtud no es cuestión de enseñanza solamente. Muchas veces
comprobamos que el problema, no es de desconocimiento de lo que hay que hacer,
sino del necesario esfuerzo para hacerlo (...).
Las virtudes se logran a costa del propio
esfuerzo, pero es fundamental que este esfuerzo esté acompañado de una
convicción intelectual. Al hombre no le basta saber lo que es verdad
y lo que es bueno, necesita además una motivación que le anime
a vivirlo.
En eso consiste la educación. La experiencia
cotidiana enseña que al hombre no le basta conocer el bien para practicarlo. Ya
dijo el poeta Ovidio hace dos
mil años: «Conozco el bien y lo apruebo, pero practico el mal». ¡Mba é icha pio la ne re entendéi
anguirú!
¿No pululan en nuestra sociedad miles egresados
universitarios con carretilladas de créditos académicos (título hetá) pero de
conductas bestiarias a causa de su ingente chatura cívica?
La educación ofrece pautas de conducta de
acuerdo con una orientación humana, se preocupa que a todo ese saber se le
saque el mejor partido, favoreciendo la construcción de un hombre más
maduro, más hecho, con más solidez, más humano y más dueño de sí mismo.
La sanción, castigo
o disciplina es inevitable, porque es moralmente imposible que los hijos no
cometan faltas. “Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor…porque el Señor
disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido” (Proverbios 3, 11).
a) oportuno: en el momento propicio. b)
justo: sin exceder los límites de lo razonable;
c) prudente: sin dejarse llevar por la
ira; d) poco frecuente, para que sea eficaz.
d) cariñoso en la forma, para que el
niño comprenda que se le impone por su bien. Porque:
«Somos eficazmente corregidos por
aquellos que nos aman y a quienes nosotros amamos». (José Mª Carrascal Abc-Madrid-12-08-97) (Foerster: Temas capitales de educación, Ed. Herder. BCN)- Continuará…
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