sábado, 29 de noviembre de 2014

VERDAD REAL....O...

¿VERDAD OFICIAL? 

Uno de los cuentos en que culmina la maestría narrativa de Roa Bastos es «Borrador de un informe». La técnica de «Borrador de un informe» es muy compleja. Hay un solo narrador, pero su narración es doble: una versión de los hechos la destina para un informe oficial, y esta versión es falsa o parcialmente falsa; la otra versión es la verdadera (…)

Hay dos crímenes. Del primero se hace una relación exacta y, del segundo, una relación falsa. En la versión oficial, el autor del segundo crimen no parece ser ninguno de los dos posibles culpables, sino una víbora, una «yarará criminal». Pero, en rigor, el culpable es el narrador mismo, según se desprende de manera intencionalmente oscura de la segunda versión de los hechos, esto es, de la no oficial (….)

A propósito, el siguiente comentario: “Verdad jurídica y Verdad real. A menudo, los hechos que traslucen una situación ilegal se justifican con aquello de que en el campo de la justicia a la verdad real se contrapone, paradójicamente, la verdad jurídica.

En puridad, sobre todo en nuestro país, la verdad jurídica se utiliza para explicar lo inexplicable sobre determinados hechos anormales. Su esencia natural, que es la de realizar las diligencias necesarias para demostrar con pruebas contundentes la existencia o no de un ilícito, se desvirtúa por el accionar humano investido con la túnica de magistrado.

Ocurre en nuestro país y por eso la gente no cree en la justicia. Acude a ella porque le impone la necesidad y porque hay todavía jueces que dan un hálito de esperanza para obtener la reparación de un daño. Lo más grave es que esta verdad jurídica tiene plena vigencia para los poderosos en desmedro de una sufrida población (...).

Esta situación expone con claridad el estado de nuestra justicia y no valdrán miles de seminarios, cursos, firmas de convenios y reformas si no se logra la inclusión dentro del ámbito judicial de personas que no solo estén aptas para formular hermosas doctrinas y jurisprudencias, sino que también tengan el impulso necesario para servir con un espíritu patriota que consiste en combatir la impunidad, en obrar con traNsparencia y honestidad al servicio de la verdad, sin que esta tenga apellido”
. (Extraído de archivo de Abc -10.10.2004).  

Lo trágico es que desde hace muchos años consideramos el hábito de mentir (mendacidad) de los políticos como error venial…como que así nomá loo ko son los políticos. Como si el po karé, es decir, estafar, timar, farsante, mentir, es connatural a su oficio de político.

¿Hasta cuándo seguiremos tolerando “indignados” sus mentiras, algunas más que evidentes? ¿Hasta cuándo seremos condescendientes quienes usan – bienes del estado, o sea, nuestro - con fines particulares, coches, combustibles, teléfonos y demás privilegios con arrogancia y sin ningún rubor ante la sociedad, a quien dicen servir?

Muchos, todavía dicen equivocadamente: ¡Qué pió tanto, mientras no nos molesten y no nos robaran demasiado…! ¿Cuándo despertaremos de nuestra beata somnolencia para tomar conciencia de que somos nomá loo, una miserable sociedad anestesiada, al no distinguir, o distinguiendo, una verdad de una mentir, hacemos como que nada pasa?

No hay comentarios:

Publicar un comentario