¿QUÉ HA SIDO DE
TI?
Transcribo –
por considerarlo de vital importancia lo que dice Xosé Manuel Domínguez, en el
libro “Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier”, p. 21 y 22: Una y otra vez contemplamos, quizá
impresionados, siempre con tristeza, la desgracia ajena en diarios y
televisión: inundaciones, terremotos, inmigrantes desarrapados, éxodos masivos
por culpa de la guerra (…) En cuanto vemos estas imágenes, y antes de que las
noticias de fútbol o del tiempo borre su impresión, surge con fuerza
sentimientos de compasión.
Sin embargo, muchos no se dan
por aludido y nada hacen más allá del mero sentimiento como reacción personal
ante la desgracia ajena. Prefieren creer ¡cómoda creencia! que es el Estado
quien debe ocuparse de esos problemas. Y también buscan culpables, como suele
ser Dios; otros, más “concienzudos”, llegan incluso a entregar alguna monedita,
por única vez, porque su sentimentalismo no da para más.
Es que “las cosas ko son así noma loo” o, “queiko
lo que vamo hacer”… y de este
fatalismo tan posmoderno y vergonzante, se justifica el corazón cobarde, el de
manos flojas (jopý), el que no se
atreve a llegar a ser lo quien está llamado a ser: Solidario.
Así razona, por mortecina
comodidad y por adorarse a sí, quien prefiere no mirar el rostro que sufre
desgracia….es ciego respecto del rostro del otro…las únicas gracias y
desgracias son las suyas.
Entonces, el sujeto es un mero individuo. El Personalismo Comunitario de Mounier
y otros personalistas hacen distinción entre individuo y persona. (p. 22)
Mientras que el Individuo es
fruto de doble movimiento de dispersión en lo exterior y de repliegue en lo
interior, la persona responde al doble dinamismo de apertura y donación
exterior, y de unificación interior (…)
Llama Mounier individuo “a la dispersión de la persona en la
superficie de su vida y en la complacencia de perderse en ella”, esto es,
dispersión, disolución de la persona en la materia, en la acción, en los
personajes que representa.
¿En qué modo se dispersa la persona?.
Haciendo del fútbol, de la televisión, de las redes sociales, de las modas, de
la continua diversión mojada en alcohol, el principal argumento vital. De esta
manera, la persona se pierde en lo múltiple e impersonal, en lo que todos dicen,
hacen o quieren.
Es el individuo un hombre
anónimo, sin vocación, sin sentido, sin horizonte, sin familia, sin vínculos
personales. Se repliega sobre sí, narcisista. “Un hombre abstracto, sin
ataduras ni comunidades naturales, gurú-dios soberano en el corazón de una
libertad sin dirección ni medida, que desde el primer momento vuelve hacia los
otros la desconfianza, el cálculo y la reivindicación: Es la de poseer, y, por tanto, la de reivindicar, acaparar. En las cosas pone su seguridad.
¿Cuál es la actitud básica del individuo? Consume más allá de lo necesario, lo superfluo. Justifica y
racionaliza todo consumo: “No es mi problema la pobreza de los demás. Yo no soy
culpable. Consumo porque me lo puedo permitir, para eso gano plata”. En las
cosas busca su seguridad, caja de seguridad, puertas blindadas, rejas y
murallas hasta las nubes, e incluso, “sexo seguro”. Persona... ¿Qué ha sido de tí?... ¿Qué vida es esta?
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