viernes, 14 de noviembre de 2014

EL MISTERIO DE LA INIQUIDAD (II


¡DESAFORADA  AUTOLATRÍA!

A juzgar por el desorden establecido en nuestro país, la decadencia se nota en la mala praxis en las tareas de nuestras autoridades, por inútiles o por cómplices, alimentado por la falta de reclamo firme de la sociedad, que no atina a desperezarse de su “beata somnolencia”.

Vemos diariamente que el país se precipita en el abismo de la nada, que literalmente se incendia, pero aun así, soporta engaños, fraudes y todo tipo de tropelías cometido por funcionarios públicos y demás autoridades que nos prometen vida feliz en democracia, al tiempo que cada vez más nos hunden en la desgracia.

La decadencia es ya pestilente, con nuevos “millonarios” que aparecen todos los días, con ladrones que ostentan impunemente la riqueza que le roban al Estado. Y lo peor de todo es que los paraguayos ya no se asombran, ya no se escandalizan ni reaccionan, y toman estas aberraciones como si fueran normales”. (cfr. Héctor Farina -.Enfoque Paraguay –domingo 16.09.2007).

Esta nueva moral que la criatura construye prescindiendo de Dios, las más de las veces acaba siendo como la de los paganos, “un espléndido vicio”, una vestidura seductora, con que el egoísmo humano trata de cubrir su desnudez. Con ella se puede “justificar” incluso el asesinato de la vida inocente como sucede, de hecho, en la práctica ya generalizada y legalizada del aborto.

Los hombres con síndrome de diocesillo, que se rebajan en esta cuestión viven una justicia victimatoria, construida sobre los cadáveres invisibles, pero reales, de los abortados. Matar es pecado aunque se lo endulce o maquille con eufemismos. Una realidad no se cambia por el hecho de “etiquetarla”, dirá Carlos Díaz.

El pensamiento “progresista” de tantos políticos “representantes” del pueblo, parece aceptar este despropósito: “Nada se reprima, la autorrealización es la meta. Lo positivo que hay en cada hombre es “material autorredimible”. La salvación está dentro de cada hombre. Los sueños tienen más valor que la Palabra de Dios”.

Pero, cuidado señores que se creen gerente general del mbareté-pokaré, en Isaías leemos unas palabras que parecen pronunciadas hoy mismo: ¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas! (Is. 5,20)

El justo defenderá siempre sólo el matrimonio entre varón y mujer, el no al aborto, el no al robo, es decir, defenderá la honestidad, el patriotismo y el respeto, siempre y en todo lugar, a pesar de los moralmente enanos, de los transnochados y pedantes que se dan de “juristas intelectuales” y de ciertos medios de prensa que manipulan la opinión pública, presentando a los defensores de la verdad como reaccionarios, medievalescos, retrógrados vaticanistas, etc.


Es, por tanto, absolutamente necesario y urgente, redimirse de los malvados actos cometidos por los que sufren la patología de “síndrome de diocesillo” y “dueños del poder”: arrepiéntanse y no queden simplemente en el remordimiento. El proceso se inicia con reconocer humildemente las debilidades humanas, solicitar el perdón de Dios y seguir adelante. 

Cabe tener en cuenta la frase que José María Escrivá de Balaguer nos deja como tarea insoslayable: Ahogar el mal en abundancia de bien”.

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