¿PSICOLÓGICA -
MORAL... O INCONSCIENCIA?
La conciencia tiene dos sentidos – dicen los que saben -: una
psicológica y otra moral. La conciencia psicológica es el conocimiento
reflejo, es decir, el conocimiento de uno mismo o autoconciencia. La conciencia
moral, en cambio, es la capacidad de juzgar la conciencia humana desde un
criterio ético o moral.
De lo dicho se desprende que la razón actúa como conciencia cuando juzga
sobre el bien o el mal. No el bien o mal técnico (habilidad en manipulación de
computadoras o destreza en el manejo del piano), sino en el bien o mal que
afecta a la persona superficial o profundamente.
Así las cosas, “tunearse” el cuerpo, afecta exteriormente al
cuerpo. Calumniar, dañar o mentir afectan
profundamente el interior de la persona. Por tanto, la con ciencia no es una
imposición externa de leyes y reglamentos, ni del imaginario colectivo, ni de
los amigos o parientes. La única cosa que no se rige por el dogma de la
“mayoría” es la propia conciencia.
Dice José R. Ayllón “Introducción a la Ética”, p. 139: “La conciencia es
una brújula para el bien y un freno para el mal (…) la historia revela que ese
sexto sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, se encuentra en
todos los individuos y en todas las sociedades… porque todo individuo, desde
niño, es capaz de protestar o decir ¡no hay derecho!.
La conciencia es un juicio de la razón, no una decisión de la
voluntad. Por eso, la conciencia puede funcionar bien y, sin embargo, el hombre
puede obrar mal. Con otras palabras: la conciencia es condición necesaria, pero
no suficiente, del recto obrar.”
Nietzsche piensa que sin conciencia no habría sentimiento de culpa, y
sin sentimiento de culpa viviríamos felices.
La conciencia es una pieza insustituible de la personalidad humana. No
es correcto concebir como un código de conducta impuesto por padres y
educadores….en cierta medida, la conciencia es fruto de la educación familiar y
escolar, pro sus raíces son más profundas: está grabada en el corazón humano.
(p. 140).
Considerando el desmedido afán de lucro
que gobierna nuestra sociedad, aunque cacarea haber estimulado notablemente el
progreso material, también ha provocado considerables sufrimientos a los más
débiles: los contratos basura, la corrupción, la especulación, etc., hinca la
pregunta: ¿Qué tipo de conciencia tienen nuestros quienes fungen de
representantes? ¿Tienen conciencia quienes hambrean al compatriota y pisotean
su dignidad?
Nuestra historia de 25 años de
democracia en tránsito continúa fuerte y saludable el proceso deformado y
tramposo de los sistemas electorales; de la lista sábana; de la narcopolítica,
de escandalosos robos y demás “perlas” harta conocidas. Ahora la estética sustituye a la
ética. Como dice Joaquín Sabina, "al deseo
los frenos le sientan fatal. ¿Qué voy a hacerle yo, si me gusta el güisqui sin
soda, el sexo sin boda, las
penas con pan...?"
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