¿QUÉ HAS
HECHO?
El primer crimen
que regó de sangre humana la tierra, lo tenemos expresado en el libro del
Génesis 4,8: “Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató”. No había
ningún testigo; el asesino no tendría problemas. Pero Dios nadie engaña y
preguntó: ¿Dónde está Abel tu hermano?. Con arrogante soberbia aquel respondió:
¿Soy yo acaso “niñero” de mi hermano?.
Dios tiene
potestad para preguntar al hombre culpable, pero, ¿cómo puede un hombre hacer
la misma pregunta a Dios? Sin embargo fue precisamente lo que Pilato hizo
muchos siglos más tarde, cuando dijo a Jesús: ¿Qué has hecho? (Juan 18,35).
Jesús pudiera
responderle: ¿Nde reikuái pikó chamigo? Todo el pueblo sabe lo que hice: “Los
ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los
muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mt, 11,5).
Antes que pedir
insolentemente satisfacción a Dios, porqué no nos preguntamos cada uno: ¿qué
hemos hecho como compañero, profesor, elector, empleado público, médico, abogado,
papá, sindicalista o autoridad – término casi nunca bien entendido?
¿Cuántos nuevos
ricos honestos – si lo son – gastan más de lo necesario, mientras el “otro”,
muere por falta de lo que a aquellos, sobra? ¿Cuántos funcionarios “ladrones de
cuello blanco”, han comprado la conciencia de sus hijos, para eludir justificar
sus mal habidos bienes?
¿Cuántos abogados
– en nombre de la justicia -han “defendido a sus pobres clientes”, dejándolos
en la calle y con altas deudas? ¿Cuántos médicos, padres y demás cómplices han
matado inocentes en nombre del “aborto terapéutico”, o dinero mediante con olor
sangre? (es que alguien peca por la paga, y otro paga por pecar).
¿Cuántos
profesores incapaces y corruptos – cuando no acosadores - roban la esperanza
del alumno…cuántos políticos han vendido la soberanía del país…y cuántos
jueces…y cuántas autoridades han dejado en la miseria a sus representados…. Y
cuántos malvados más deberían responder a la lapidaria pregunta: ¿Qué
has hecho?
“Hay dos clases
de personas: una, la de los justos que se creen pecadores, y la otra, de los
pecadores que se creen justos. Estos carecen de la excelente brújula de
aquellos: la capacidad de sentir vergüenza y dolor por el mal causado a
otros”(cfr. C. Díaz-El Hombre animal no fijado…p,189)
Pero más allá de
la enorme capacidad autodestructiva del hombre inteligente - como dice C. Díaz
– creo en el Amor divino, providente, paterno-filial y relacional, fundamento
trinitario de la esperanza activa, pues una esperanza que no se tradujera en
acción social, sería la desesperanza pasiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario