martes, 11 de noviembre de 2014

SABER CALLAR …. SABER HABLAR


DE CALLAR NO TE ARREPENTIRÁS: ¡DE HABLAR….  MUCHAS VECES!

Vivimos tiempos terribles; pareciera que estamos todos sentados sobre un barril de pólvora a punto de explotar. Muchas personas se vuelven agresivas, difíciles, complicadas, seres que desprecian olímpicamente la convivencia pacífica. Denigran, calumnian con palabras filosas e injustas.

Establecer comunicación amigable con este tipo de terrícola, supondrá tener que controlar nuestros más bajos instintos. Estoy totalmente seguro de que al escuchar estas palabras o al leer estas líneas algún nombre ya tendrá en mente: un jefe, un padre, un familiar, un amigo, una pareja. Son seres cuya violencia verbal corre a través de sus poros, provocando un gran desgaste a su interlocutor.

Estimado lector, ¿ha pensado cuánta energía derrocha inútilmente, un compañero de trabajo, un vecino, un subalterno, un cónyuge, etc, al pensar, por ejemplo: “¿Cómo se levantará hoy?, ¿tendremos un día de paz o de guerra?, ¿estará de buen ánimo o nos romperá el día?”

Y así es como lamentablemente vivimos dependiendo del talante ajeno, encadenando nuestro existir al insano capricho de quienes se creen con derechos sobre los otros. Así las cosas, quienes desean vivir en paz, se obligan a preguntarse: ¿qué debemos decir y cómo y qué debemos hacer y qué no?, para no despertar o contener al “monstruo” que cada quien tiene guardado.

Las personas que sufren de incontinencia verbal no tendrán reparos en “encender la mecha” de la discordia y el desasosiego – por el mínimo motivo. Su ira siempre será desproporcional con el motivo que provoca su enojo. Ello demanda un tremendo esfuerzo por parte del “otro”, para evitar la guerra. Por tanto, quizá sirva estas sugerencias de san José María Escrivá de Balaguer:

1. Calla siempre cuando sientas dentro de ti el bullir de la indignación. Y esto, aunque estés justísimamente airado. Porque, a pesar de tu discreción, en esos instantes siempre dirás más de lo que quisieras. ¡Qué fecundo es el silencio! Todas las energías que pierdes, con tus faltas de discreción, son energías que restas a la eficacia de tu trabajo.

2. Sé discreto. ¿Por qué tantos murmuradores?, te preguntas dolorido... Unos, por error, por fanatismo o por malicia. —Pero, la mayoría, hacen el mal por inercia, por superficialidad o por ignorancia.

Por eso, vuelvo a insistir: ¡calla! En el silencio y en la esperanza residirá vuestra fortaleza..., asegura el Señor a los suyos. Callar y confiar: dos armas fundamentales en el momento de la adversidad. El sufrimiento soportado sin queja,  — mira a Jesús en su Santa Pasión y Muerte — da también la medida del amor. El silencio es como el portero de la vida interior.

Los cristianos hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los cielos.
Con cuánta ternura y con cuánta delicadeza María y el Santo Patriarca se preocuparían de Jesús durante su infancia y, en silencio, aprenderían mucho y constantemente de Él”.

Por consiguiente, hagamos el esfuerzo y callemos por amor, aunque tengamos razón. El amor es siempre superior a la razón. Es mejor ser personas humildes antes que personas tóxicas.

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