sábado, 8 de noviembre de 2014

LA ESCUELA HOY:

¡ORGANISMO EDUCATIVO VIVIENTE?    (I)

La escuela, como sociedad consagrada a procurar la educación mediante la instrucción, es el organismo viviente en que encuentra aplicación las normas y disciplinas que atañen a la pedagogía para la formación integral del hombre.

Entonces, la escuela debe formar en el estudiante una rica y sólida plataforma de conciencia personal, crítica, cívica y moral que pueda ayudarle eficazmente a insertarse como persona libre y moralmente formada en la sociedad para no ser aplastado, desespiritualizado y masificado.

Hoy es urgente reorganizar la escuela para que pueda formar el nuevo tipo de ciudadano que reclama la “democrática” pormodernidad. La familia – por diversos motivos - ya no basta para formar al hombre ciudadano, apto para la nueva sociedad, por no encontrarse ya a la altura de poder cumplir su deber de educar, porque carece de preparación pedagógicas o de los medios adecuados. (Eso lo constatamos día a día)

La escuela, según declaración conciliar “Gravissimun  Educationis”, goza de particular preeminencia en el campo de la educación, por tres motivos:

1.- Por su naturaleza y virtud de su misión (promover la educación integral). Cultiva con cuidado las facultades intelectuales, desarrolla la capacidad del recto juicio, promueve los valores y prepara para la vida profesional.

2.- Ayuda a los estudiantes a abrirse al sentido social, al espíritu de servicio, a solidarizarse con el bien común y al respeto mutuo. El sentir social no se improvisa; es fruto de una larga educación de desarrollo lentamente desde la infancia, sobre todo en la familia y luego, en la escuela.

3.- La escuela es también la “sede ideal” para el desarrollo de una sabia política de educación, porque constituye, además, un centro de trabajo en el cual participan juntamente, alumnos, maestros, padres y diversas asociaciones que promueven la vida cultural, cívica y religiosa, así como la sociedad civil y toda la comunidad humana.

NOTA: Pero resulta – general - que demasiados estudiantes salidos de nuestras escuelas son psicológica y espiritualmente superficiales, cerrados y obtusos. Se encuentran inmersos en el tiempo, pero no tienen sentido de la historia. Poseen erudición tecnológica, no genuino conocimiento y cultura. Se buscan a sí mismos, no han aprendido a servir a los demás. Son egoístas por carecer de sabia educación a donarse al otro. Su escuela no ha sido, de hecho, centro de socialidad viviente. No ha enseñado que persona y comunidad es el arte de sabrosa convivencia humana.

Así las cosas, la escuela debería ser una comunidad educativa de cooperación, un noviciado práctico y completo de vida comunitaria. Por consiguiente, se impone una escuela nueva para una nueva sociedad. (Fuente: Diccionario Enciclopédico de Teología Moral – Ediciones Paulinas 1.980).

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