¡ORGANISMO EDUCATIVO VIVIENTE? (I)
La escuela, como sociedad consagrada a
procurar la educación mediante la instrucción, es el organismo viviente en que
encuentra aplicación las normas y disciplinas que atañen a la pedagogía para la
formación integral del hombre.
Entonces, la escuela debe formar en el
estudiante una rica y sólida plataforma de conciencia personal, crítica, cívica
y moral que pueda ayudarle eficazmente a insertarse como persona libre y
moralmente formada en la sociedad para no ser aplastado, desespiritualizado y
masificado.
Hoy es urgente reorganizar la escuela
para que pueda formar el nuevo tipo de ciudadano que reclama la “democrática”
pormodernidad. La familia – por diversos motivos - ya no basta para formar al
hombre ciudadano, apto para la nueva sociedad, por no encontrarse ya a la
altura de poder cumplir su deber de educar, porque carece de preparación
pedagógicas o de los medios adecuados. (Eso lo constatamos día a día)
La escuela, según declaración conciliar “Gravissimun Educationis”, goza de particular preeminencia
en el campo de la educación, por tres motivos:
1.- Por su naturaleza y virtud de su
misión (promover la educación integral). Cultiva con cuidado las facultades
intelectuales, desarrolla la capacidad del recto juicio, promueve los valores y
prepara para la vida profesional.
2.- Ayuda a los estudiantes a abrirse al
sentido social, al espíritu de servicio, a solidarizarse con el bien común y al
respeto mutuo. El sentir social no se improvisa; es fruto de una larga
educación de desarrollo lentamente desde la infancia, sobre todo en la familia
y luego, en la escuela.
3.- La escuela es también la “sede
ideal” para el desarrollo de una sabia política de educación, porque
constituye, además, un centro de trabajo en el cual participan juntamente,
alumnos, maestros, padres y diversas asociaciones que promueven la vida
cultural, cívica y religiosa, así como la sociedad civil y toda la comunidad
humana.
NOTA: Pero resulta – general - que
demasiados estudiantes salidos de nuestras escuelas son psicológica y
espiritualmente superficiales, cerrados y obtusos. Se encuentran inmersos en el
tiempo, pero no tienen sentido de la historia. Poseen erudición tecnológica, no
genuino conocimiento y cultura. Se buscan a sí mismos, no han aprendido a
servir a los demás. Son egoístas por carecer de sabia educación a donarse al otro. Su escuela no ha sido,
de hecho, centro de socialidad viviente. No ha enseñado que persona y comunidad
es el arte de sabrosa convivencia humana.
Así las cosas, la
escuela debería ser una comunidad educativa de cooperación, un noviciado
práctico y completo de vida comunitaria. Por consiguiente, se impone una escuela
nueva para una nueva sociedad. (Fuente: Diccionario Enciclopédico de
Teología Moral – Ediciones Paulinas 1.980).
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