¿MUERTE
DIGNA?
Cumple sueño mujer que decidió que morirá dignamente
el sábado próximo. PORTLAND, 28
de octubre.- Una mujer de 29 años con cáncer terminal que decidió que se
quitará la vida el próximo 1 de noviembre para evitar más sufrimiento visitó
recientemente el Gran Cañón de Colorado, uno de los últimos lugares que deseaba
conocer antes de partir.
Brittany Maynard, quien se casó en enero pasado, fue diagnosticada con
un tumor cerebral que le quitará la vida en solo unos meses. En
un video donde explicaba los motivos por los cuales deseaba morir "de una
forma digna", y el cual fue retomado por muchos medios en Estados Unidos
en semanas pasadas, la mujer dijo que al menos esperaba poder visitar el Gran
Cañón antes de morir.
"El Cañón fue impresionante y hermoso, y pude disfrutar mi tiempo
en las dos cosas que más amo: mi familia y la naturaleza”, escribió. La mujer
compartió imágenes del gran cañón donde besa a su esposo Dan, y abraza a sus
padres. Cumple sueño mujer que decidió que morirá dignamente
el sábado próximo.
La vida es el primer valor entre todas las cosas. Sus
capacidades, su origen y su destino, que supera el tiempo, la coloca en la cima
de toda realidad, entonces, no hay un
valor más alto en nombre del cual se pueda pedir la supresión de la vida…aunque
se pueda ver con simpatía el gesto de matar por piedad (para que no sufra).
Desde el punto de vista objetivo, la eutanasia es
siempre un mal. Es que “matar o matarse por piedad” plantea
una discusión en la opinión pública y es de nunca acabar. Se puede recordar el
caso de la niña belga que murió a manos de sus padres porque padecía una enfermedad
incurable.
Otro caso: la de un padre que tiró a su hijito deforme
al río; o el del hermano que mató a su hermano para no verle sufrir. Todo hace
suponer que semejantes casos seguirán dándose con mayor frecuencia, dado el
avanzado proceso de secularización y deshumanización en desarrollo. ¿No
es mejor vivir que morir dignamente?
En este punto es necesario distinguir la
responsabilidad jurídica y moral de quien mata o se mata por piedad, obrando
personalmente y tal vez, tomando sobre sí toda la iniciativa, por ello se le
puede exigir que responda de sus actos. Pero eso no significa que él sea, sin
más, culpable también moralmente; no soplo porque en aquel momento podía haber
estado incapacitado para entender y querer, sino porque podía haber obrado de
buena fe, como matar por al hijo, padre,
madre o al hermano por piedad.
La doctrina tradicional insiste ante todo en que la incurabilidad de una dolencia no es una
indicación exacta para la eutanasia. En caso de admitir que la enfermedad sea
incurable (malformaciones congénitas, por ejemplo) no se puede afirmar en
seguida que esa dolencia sea intolerable.
El dilema de los dolores insoportables no es válido,
porque siempre pueden aliviarse los sufrimientos sin llegar a matar, y
porque también se pide la legitimación
de la eutanasia en nombre de una mentalidad humanitaria, materialista o
secularizada. Además, ¿quién garantiza que la eutanasia no sea un mecanismo
para eliminar implacables enemigos,
competidores peligrosos, testigos incómodos o familiares molestos….? ¡La vida humana, aun doliente o malformada, Nunca carece de valor!
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