jueves, 10 de diciembre de 2015

RESPETO TU OPINIÓN…PERO...

¡¡¡NO  ESTOY  DE ACUERDO  CONTIGO!!!

Convengamos que el vocablo respeto, es sólo un montón de letras que, en la mayoría de los casos, enrarecen y rompen las relaciones interpersonales. Precisamente porque su “opinión” la ha condenado y sepultado, según la costumbre al uso.

Es muy frecuente escuchar esta contradictoria expresión. Respeto tu opinión…pero No estoy de acuerdo contigo. Es que, ¿la opinión vale más que la persona?. Quizá lo repetimos con ligereza sin darnos cuenta que tal expresión minusvalora al ente como Persona. La persona es importante, aún cuando tenga opiniones disparatadas, pues sabemos que hay opiniones que no merecen respeto. Entonces, ¿qué es respetar?.

Responde la pregunta Ignacio Larrañaga en “Sube conmigo”, p 172: “El respeto implica dos actitudes; una interior y otra exterior….presupone no meterse con el otro…en forma negativa, es decir, no pensar mal, no hablar mal. Y en forma positiva significa, reverencia interior y trato cortés.

Meterse con los demás puede darse de distintos modos como la manifestación externa, física o verbal, hostilidad, odio o fervor que produce daño físico, lástima u ofensas a otras personas. También son conductas agresivas las de pegar, arañar, escupir, morder, insultar, criticar, murmurar, calumniar etc.

La falta de respeto se llama vulgarmente murmuración y, científicamente, violencia compensadora. Quien murmura realiza los siguientes actos: entra en el mundo del otro, en su recinto más sagrado que es el de la intencionalidad; allá levanta un tribunal; juzga, condena y publica la sentencia condenatoria”

No habría sucedido tal tragedia, si para quien juzga y condena, valiera más la persona “condenada” que su propia opinión. ¿No debería haber dicho: te respeto como persona, pero tu opinión”… cuando –por ejemplo –la opinión atenta contra la justicia o la verdad.

Hay opiniones que no son respetables….no por ello se rechaza a la persona. El pederasta, abortista, adúltero, homosexual, etc., tienen su forma de ver las cosas. Y está mal. Quién esté libre de pecados, que arroje la primera piedra. Pero, la persona es digna y redimible, no por lo que es solamente, sino por lo que está llamado a ser.

Así las cosas, hay que comenzar a curar las raíces del interior. Porque los malos pensamientos y malas acciones tienen su origen en el corazón humano. Las palabras destructivas son hijas de los sentimientos destructivos. Son éstos los que deben ser silenciados. (p. 174).

Qué es más importante: ser persona, su apariencia física, su estatus u opinión?. Naturalmente, es más importante la Persona. Alguien. No algo. El ser alguien es el factos que nos hace seres superiores entre todos los seres vivientes de la creación.

Todo lo demás son accidentes (color de piel, lugar de nacimiento, estado civil, social, etc. (Aristóteles), cosas que le acontecen a la persona. Entre ellas, su opinión. Una persona con su interior sobrio, fuerte y saludable, tendrá un corazón limpio y generoso.

 Es fácil reconocer lo que proviene de la carne: fornicación, impurezas y desvergüenzas; culto de los ídolos y hechicería; odios, ira y violencias; celos, furores, ambiciones, divisiones, sectarismo y  envidias; borracheras, orgías y cosas semejantes. "Les he dicho y lo repito: los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios". (Gál. 5,19-24). Respeta quien ama. Ama quien respeta a la persona, al otro “yo”.

“Siempre pienso que, al presentarnos a las puertas de la eternidad, el mejor billete de entrada será un ramillete de secreto, silenciosamente guardado. Allí solamente entran los que aman; y los que callaron, amaron” (I. Larrañaga – “Sube Conmigo” p.175).

Lo correcto es respetar a la Persona, aunque su opinión sea descabellada. ¡por que toda Persona, vale más que su opinión!.  



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