Y DE
CUALQUIER AUTORIDAD....
En
el país – en general - el tema de la ética de las instituciones públicas es un
aspecto que debe ser planteado como una necesidad, debido a la persistencia de
conductas y acciones o inacciones individuales o grupales que afectan la
gestión y la credibilidad de la administración pública.
Sabido
es que los graves inconvenientes del ámbito público se encuentran asociados a
malversación de fondos; irregularidades en la adjudicación de contratos; acoso
sexual;restricción de información pública; nepotismo; tráfico de influencias a
favor de amantes compadres, compinches, operadores políticos; abuso de
autoridad y demás perlas tan apegadas cual segunda piel de nuestros “representantes”.
Tampoco
es novedad – en el ámbito privado - que no pocos “nuevos Herodes” caen presos
en “deslices” morales entre las que sobresalen relaciones extramaritales,
alcoholismo, robo de combustible, robo de elementos de oficina, uso y abuso de
vehículos oficiales, abuso de teléfono, rabonería, desinterés y apatía hacia la
institución.
He
oído decir con cierta frecuencia que, la vida privada de un empleado público,
nada tiene que ver con su función pública. Quien así lo cree es ignorante y
malsano y, está más perdido que locote en
clericó, como diría aquel amigo. A propósito, dice Tomás de Aquino: La vida privada de los príncipes (servidores
públicos) pertenecen al bien común de la
nación (pueblo)”
Las dietas varían según el municipio y muchos la cobran sin
demasiado esfuerzo. Esto, sin contar los viajes a otros países que puede
aprovechar para vacacionar, oficinas con aire acondicionado, etc. todo pagado
por el contribuyente.
Esperamos
que los representantes ya no se encierren en sus castillos, como señores
feudales, abandonando al pueblo a quien hace poco nomás, había mendigado su
voto prometiendo cualquier cosa, como única opción validad para lograr la
ansiada felicidad.
La
política –dirá mi maestro S. Núñez - no se regenera ni se recupera con un
simple relevo de hombres que llegan al poder con la misma matriz social en la
que ha venido vegetando. Y esta es la tragedia de una democracia como la
nuestra: “querer practicar una política
de cultura sin valores y son hombre adecuados”
Todo
candidato promete algo así como regenerar el tejido social de la nación; la
redención de la patria. Pero esta es una empresa que requiere de buen juicio y
virtud arquitectónica. ¿Lo tienen nuestros candidatos?. Si no poseen, ésta es
la ocasión. Es cuestión de querer y nada más.
Las
autoridades ya no deben hacer lo que quieren, sino lo que deben. La conciencia
y libertad del pueblo, hoy ya se muestra rebelde frente a todo poder tiránico,
es decir, a todo magíster dixit o pa´i ma
nikó he`i.
Con
otras palabras: Si la ciudadanía observa incapacidad administrativa, moralidad
rotosa henchida de ambición y de codicia, gobierno desatinado y disoluto que
lleva a la sociedad a la deriva, ya no se callará, como lo viene demostrando a
lo largo y ancho del país. (cfr. S. Núñez –Sociedad y Política p. 79). Ya no más usureros del poder haciendo de la política
un mercado de vergonzantes negociados.
Particularmente solicito a los ediles
de mi municipio la gestión de dos compromisos menores, sencillos y de acción inmediata:
Trabajar para erradicar dos males que azotan a la población: (a) Polución sonora en la
vía pública y en la casa y (b) cumplimiento de simples reglas de tránsito
vehicular.
Ejemplo: Uso de cinturón de
seguridad, uso de casco protector de motociclistas, erradicar la bravuconada
matonil de estacionar el vehículo en la vereda, obligando al peatón caminar por
la calzada, no ser indiferente ante el desorden y mugre que pueblan nuestras
calles, en fin, mayor respeto a al bien común. Si no pueden lograr algo tan
simple… la mejor noticia que pueden dar al mundo es su: desaparición.
Si lo pueden conseguir, habremos
respirado alguna esperanza de divorciarnos de este a Paraguay, hoy sucio,
ignorante, fracturado, maximísero y errante, para vivir en el Paraguay del ayer, silvando nuestras polkas y
guaranias, en paz y tranquilidad.
Buena gestión es lo
mismo que reelección una y otra vez, hasta el día del juicio final. Por
consiguiente, auguro a los concejales y demás autoridades coraje y patriotismo.
¡Salud!
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