¿QUÉ TAN HONORABLE?
Honorable deriva de Honor, sentimiento de
dignidad moral. Cualidad moral de la persona. Hombre de honor. Derecho que se
da a uno para que lleve el título de un cargo sin desempeñarlo y sin cobrar los
gajes. Tener honores de bibliotecario del rey. (Diccionario Larousse)
Honorable, por consiguiente, se aplica al
honrado y merece el respeto o la estima de los demás: "durante
toda su vida fue un honorable funcionario que cumplió honestamente con sus
obligaciones". Así las cosas, la política es una actividad
honorable
que no ha de empañar ni apañar escándalos protagonizados por personas que hacen
de la política un grosero robo para obtener, mantener o aumentar sus bienes.
“En
la década del cuarenta – dice Carlos Mateu - , mi abuelo, don Justo Cuevas, era
miembro de la Honorable Junta Municipal de Asunción. En esa época, ser miembro
de esta junta era un honor; y no había sueldo, ni privilegios por serlo.
Excepto, recuerdo, una chapa especial para el automóvil, para los que lo
tuvieran, y lugares en el palco oficial del Teatro Municipal, si solicitaren.
Leyó
bien; sin sueldo, ni viáticos, ni viajes. El formar parte de la Junta era
prueba de la solvencia de la persona, de la trayectoria notable que la hacía
merecedora, por lo que era imposible, además, que estos fueran jóvenes. Y la
Junta Municipal así se constituía con personas de probada integridad y conocida
dignidad. Era un prestigio formar parte de la misma y ella a la vez era honrada
con cada uno de sus miembros”.
Hay mucha expectativa – como pocas veces - respecto
al órgano legislativo municipal. La ciudadanía espera que realmente el adjetivo
honorable,
signifique algo. Que cumplan y hagan cumplir los reglamentos, no que cacareen
párrafos de Ordenanzas que nunca se cumplen.
Que la Junta Municipal
ya no sea una cueva de raboneros. Que cada concejal, si no lo fue, que ahora se esfuerce
por ser mínimamente honorable: respetuoso, ejemplar en su conducta pública y
privada, que deje de esconderse detrás del vidrio polarizado de su vehículo,
et, etc.
Quien se esconde, teme, debe o es despreciado.
Un concejal, representante del pueblo, debe ser abierto a los conciudadanos, cortés
y ejemplo de conducta ética. Debe recorrer su comunidad, llamar a la corrección
fraterna al infractor, velar por el bien común.
Debe corregir viejas prácticas del mbareté-pokaré
tan arraigado en nuestras costumbres:
Uso particular de la vereda (comerciantes) en
detrimento del peatón. Polución sonora, en calles y casas, violentado derechos
de vecinos. Incumplimiento terco, obstinado
en violentar simples reglas de tránsito.
Todo ello porque el infractor se sabe impune. Dada la inutilidad o complicidad
de las autoridades.
Con autoridades adornadas de honor, es decir, de ética,
se puede pensar que Paraguay, y concretamente CDE, deje de ser una sociedad dominada
por delincuentes, pues hoy, cualquiera contraviene las normas y nada pasa. La
esperanza es que, nuestro querido Paraguay ya no sea un país maximísero, errante,
sucio, ignorante y prepotente. El cambio, naturalmente ha de empezar por los
representantes.
“Hoy, casi sin excepciones, las juntas
municipales del país, son despreciables. Son personajes sin
honorabilidad, cuya ignorancia evidencian diariamente, porque son burros,
faltos de decencia, porque no tienen escrúpulos. La mejor noticia que esta
fauna puede dar al país es su: ¡desaparición!
Por ello y por mucho más, renovamos
nuestras esperanzas en estas nuevas autoridades, augurándoles buena gestión en
sus funciones. Pueden…si quieren. ¡Adelante!.
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