¡¡GRAN VIRTUD DE CARIDAD!!
La corrección fraterna es
una advertencia hecha por alguien a su hermano para alejarlo y preservarlo del
pecado, o ayudarlo a despojarse de un defecto. Es un acto virtuoso de caridad,
y crea en todo cristiano la obligación de socorrer a su prójimo, especialmente
en sus necesidades espirituales.
Cuando hablamos de juzgar,
debemos considerar el acto o hecho
realizado por alguien.
La “acción” buena o mala de
una persona, no nos permite medir su bondad o maldad. Las circunstancias pueden
darnos pie a presumir
culpabilidad. Pero, ¿quién puede penetrar en la conciencia del individuo para
juzgar su intención?
No juzgues, no
insultes, no hieras al otro, antes bien, tómate un tiempo y haz un examen de
conciencia y encontrarás que cada defecto, insulto o problema que ves en los
otros, es simplemente un reflejo tuyo que no te deja ver la realidad de tu
propia vida. La vida es el permiso que Dios da para vivir feliz. No perdamos tiempo juzgando a los demás.
Se juzga el accionar del individuo, que
no significa juzgar a la persona. ¿Quién no ha dicho una tontería alguna vez?,
así que, decir “estás diciendo una tontería” no es llamar al otro tonto”. No debemos juzgar a las personas por sus ideas”...hay ideas buenas y hay otras que son despreciables, por
atentar contra el humana o contra el bien común. Se desechan las
ideas, nunca la persona.
Si estamos dolidos
porque alguien ofendió, la Biblia recomienda cómo perdonar al hermano: “Si tu hermano te hace algo malo, habla con
él a solas y hazle reconocer su falta. Si te hace caso, ya has ganado a tu
hermano. Si no te hace caso, llama a una o dos personas más, para que toda
acusación se base en el testimonio de dos o tres testigos.
Si tampoco les
hace caso a ellos, díselo a la comunidad; y si tampoco hace caso a la
comunidad, entonces habrás de considerarlo como un pagano o como uno de esos
que cobran impuestos para Roma”. (Mateo 18,
15-17).
Además, ¿Con qué
derecho juzgo al semejante? ¿Quién me autoriza quebrar la fama y el honor del
prójimo? “No juzgues, y no serás juzgado. Porque con el juicio con que juzguen
serán juzgados, y con la medida con que miden se los medirá” (Mateo 7,
3). ¿Cómo ves la paja
en el ojo de tu hermano y no la viga en el tuyo?? (Mt. 7, 4).
Del juicio temerario e imprudente, tenemos que huir. “Porque tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo misericordia; pero
la misericordia se siente superior al juicio”. (Santiago 2, 13). Esta sentencia
nos interpela a interpretar siempre en buen sentido las intenciones del prójimo
mientras no conste con seguridad lo contrario.
Puede suceder
que el que confía se engañe más frecuentemente; pero es mejor que alguien se
engañe muchas veces teniendo buen concepto de un hombre malo que el que se
engañe raras veces pensando mal de un hombre bueno, pues en este caso se hace
injuria a otro, lo que no ocurre en el primero. (Pedro Sergio Antonio Donoso Brant).
“Seis cosas que
detesta El Señor, y hasta siete que le causan horror: ojos altaneros, lengua
mentirosa, manos que derraman sangre inocente, corazón que fragua planes
perversos, pies que ligeros corren hacia el mal, testigo falso que profiere
calumnias, y el que siembra pleitos entre los hermanos” (Proverbios 6, 17-19)
Se entiende por
desprestigio o difamación la denigración injusta de la fama del prójimo o sea,
estropear, ennegrecer y obscurecer la fama de una persona. Y se dice que es
injusta, porque se realiza contra una persona que no lo merece, donde no es el
caso del malhechor que acaba de cometer un delito y se le ha probado. ¡Quien pueda entender...lo entienda!.
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