domingo, 13 de octubre de 2013

LOS “SIETE” PECADOS CAPITALES (FIN)


LA  PEREZA

Se entiende por pereza la negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados, que procede de la repugnancia ante el esfuerzo que el cumplimiento del deber. Perezoso no es sólo el que deja pasar el tiempo sin hacer nada; sino también el que realiza muchas cosas, pero rehúsa llevar a cabo su obligación concreta: escoge sus ocupaciones según el capricho del momento, las realiza sin energía, y la mínima dificultad es suficiente para hacerle cambiar de trabajo.

El perezoso es incapaz de realizar un trabajo continuo, metódico y profundo, y por eso, le impide acabar con perfección lo que ha comenzado. Descripción del perezoso: pasa el día entre dormir, sestear y descansar (cfr. Prv 6,10), quiere y no quiere cumplir su obligación (ib. 13,4) porque todo le parecen dificultades (ib. 15,19), y así inventa excusas increíbles.

Acedía o pereza espiritual. Es la pereza que hace referencia a las obligaciones del hombre con Dios. Acedia, etimológicamente significa descuido, negligencia, tedio. Los Padres de la Iglesia trataron a menudo del tema, por ser frecuente entre monjes y anacoretas; S. Juan Crisóstomo la llama «terrible demonio del medio día, torpor, modorra y aburrimiento»

Santo Tomás define la acedia como «la tristeza y la abominación o tedio del bien espiritual y divino»; es una flojedad que conduce al abandono en la vida espiritual, por las dificultades que lleva consigo.

La acedia es un pecado contra la caridad. El efecto de la caridad es alegrarse de las cosas de Dios, mientras que el de la acedia es entristecerse de los bienes divinos; por eso es un pecado mortal.

En pocas palabras, el Señor pinta un cuadro de la acedia en la parábola de los talentos (Mt 25,14-30): el mal siervo quiere disculpar su pereza -no haber hecho fructificar los dones recibidos-, acusando a su Señor de excesiva severidad, pero de nada valen sus excusas, y ha de oír el juicio que merece su acción: «Arrojadle a las tinieblas exteriores, allí será el llanto y crujir de dientes».

Por eso, se puede decir que la acedia es el primer obstáculo para alcanzar la santidad, porque hace abandonar la lucha ascética, rechaza todo tipo de ayuda y se dispersa en la búsqueda del placer sensible: es el principio de la tibieza.

Causa y gravedad de la pereza. Aunque la acedia es el tipo de pereza más grave, también la negligencia en los deberes humanos es un pecado, que casi siempre se encuentra en la base de la anterior.

En los adolescentes, es frecuente la tentación de abandono de las obligaciones y el temor a soportar esfuerzos que, en sí mismos, son normales: es el tiempo en que despiertan, y aún no se han consolidado, las fuerzas de la razón, la libertad y la responsabilidad. Normalmente, sin embargo, su responsabilidad moral todavía no es plena; y necesitan, de modo especial, que se les ayude con la corrección y el estímulo. (Fuente: Catholic.net)

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