¡Otro chiste de mal gusto..!
Los diputados Dany Durand y Víctor Ríos,
del Partido Colorado y el Partido Liberal, respectivamente, se quejaron
solapadamente de las publicaciones realizadas sobre los groseros casos de
nombramiento o contratación de familiares de legisladores actuales y de
anteriores períodos, en la Cámara Baja. (Ver distintos periódicos, radio y tv
en esta semana)
Ríos aseguró que
existe una campaña de desprestigio contra el Congreso, y significó que el
debilitamiento de esta institución conlleva un grave daño a la democracia.
Aclaró sin
embargo que está de acuerdo con la publicación de los nombres de funcionarios
públicos, tal como se viene haciendo.
Por su parte, Durand lamentó que
la prensa se esté enfocando en “errores pasados” mientras, según él, pierde de
vista los proyectos de ley importantes que analiza y aprueba el Legislativo.
Pidió ver qué hacer con las publicaciones. “No demos debida atención a
desprolijidades”, significó.
Las
“desprolijidades” a las que se refiere Durand, sin embargo, no son solo del
pasado. Varios legisladores que entraron en este periodo rápidamente lograron
el nombramiento o la contratación de sus familiares en la Cámara Baja. Uno de
esos casos es el que involucra a la diputada liberal María Nimia Caríssimo,
quien, teniendo ya dos hijos nombrados en la institución, logró la contratación
de un tercero.
¿Desde cuándo el
robo, el tráfico de influencia, la corrupción entre otros actos delincuenciales
se denominan “desprolijidades”?. Este tipo de expresiones son, ni más ni menos,
tremendas bofetadas al pueblo, quien paga todas y cada una de las “desprolijidades”
de inocentes saqueadores.
Si no tienen
patriotismo, al menos, demandamos de estos engendros, alguna dosis de
inteligencia. Es harta prepotencia, dirigirse a la ciudadanía con absurdas
explicaciones que nada explican. Aquellos representantes que nada tienen que
ver en el escándalo, acompañan al pueblo en sus reclamos de transparencia y
buena gestión, reciban de los decentes todo el apoyo necesario.
Saltó a la luz
pública, en grado superlativo todas las “desprolijidades” cometidas por la
fauna política, que ha producido, rabia, vergüenza y dolor, tal como se ha
demostrado por las redes sociales, de manera que, hablar sobre el tema, será ya
derroche de consideraciones.
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