NO DESEARÁS A LA
MUJER DE TU PRÓJIMO…
Dirigiéndose a Dios, dice Fernando
Savater en < Los 10 Mandamientos del siglo XXI>: “Creo que tú sí deberías
preocuparte, porque la realidad en estos días no tiene mucho que ver con tus
ideas. Por ejemplo: no desearás a la mujer de tu prójimo suena un poquito
anticuado. En primer lugar, eso de que sea del prójimo, como si fuera un objeto
o una propiedad, no sintoniza con los tiempos liberales y feministas que
vivimos.
Las cosas, Yahvé, son distintas a como
lo eran en los tiempos de Moisés. Las relaciones de pareja ya no son las
mismas. Ninguna mujer acepta ser de nadie. Tal vez lo único que hay que
agradecerle a tu mandamiento es que a lo largo de los siglos, nada ha hecho tan
deseable a las mujeres como que se supusiera que eran de alguien. Es igual que
la hierba del campo vecino que creemos más verde: la mujer del prójimo siempre
parece especialmente encantadora, porque es inaccesible o se nos niega”.
El mandato divino es: “No codiciarás la
casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su
sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo> (Ex 20, 17). «El que mira a una mujer deseándola, ya
cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5, 28).
En el catecismo de la Iglesia Católica
(CIC) nº 2514 se lee: “San Juan
distingue tres especies de codicia o concupiscencia: la concupiscencia de la
carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (cf 1ª Jn 2, 16).
Siguiendo la tradición catequética católica, el noveno mandamiento prohíbe la
concupiscencia de la carne; el décimo prohíbe la codicia del bien ajeno.
2515. En sentido
etimológico, la concupiscencia puede
designar toda forma vehemente de deseo humano. La teología cristiana ha dado el
sentido particular de un movimiento del apetito sensible que contraría la obra
de la razón humana. El apóstol Pablo la identifica con la lucha que la carne sostiene contra el “espíritu” (cfr. Ga 5, 16.17.24). …
2517 El corazón es la
sede de la personalidad moral: “de dentro del corazón salen las intenciones malas,
asesinatos, adulterios, fornicaciones” (Mt 15, 19). La
lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón.
2518 La sexta
bienaventuranza proclama: "Bienaventurados los limpios de corazón porque
ellos verán a Dios" (Mt 5,8). Los
"corazones limpios" designan a los que han ajustado su inteligencia y
su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres
dominios: la caridad, el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe Existe un vínculo entre la pureza del corazón,
la del cuerpo y la de la fe.
Podemos afirmar que
el eros el “nuevo becerro de oro; el nuevo opio del pueblo; el nuevo Grial, que
no es sino una de tantas estrategias que los gobiernos sutilmente imponen a sus
gobernados con el fin de volverlos pasivos y apáticos ante el justo reclamo de
sus derechos con una militancia activa de ciudadanía. En la antigua Roma bajo
el lema de pan y circo se manipulaba el pueblo quien, embrutecido, no veía las
injusticias del Imperio, o bien, por conveniencia hacía caso omiso.
(cfr. P. Fernando Cortés Barbosa, mccj).
2530.
La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa
por la purificación del corazón y por la práctica de la templanza.
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